El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Thursday, February 12, 2009

Y en la dulce melancolia del crepusculo



Hay un monólogo de Calvero que me desconcierta desde la primera vez que vi Candilejas/ Limelight (dirigida e interpretada por Charles Chaplin, en 1952). Las palabras del viejo payaso cortan como una cuchilla algo suyo cuya herida supura dentro de mi. Calvero, alcohólico y acabado para el mundo del espectáculo, cuida en su habitación a Thereza, una hermosa y joven bailarina que ha intentado suicidarse. Surgen sentimientos confusos: amor/ amistad, admiración/ devoción, ternura/ piedad, agradecimiento/ deuda y, por tanto, también sombras: miedo, fatalismo, nostalgia. Finalmente, ella dice que le ama y él niega que eso sea posible: la diferencia de edad, las perspectivas; la realidad, en fin. Parecen La Bella y la Bestia, son la bailarina y el payaso patético que ya no hace reír. El monólogo acaba con esta frase: Y en la dulce melancolía del crepúsculo, él te mirará a los ojos y te dirá que te quiere. Chaplin viene a decir, otro mejor que yo, más joven, más apuesto, te querrá e, inevitablemente, tú le querrás a él. Así podría parecer un gesto loable de amor y generosidad.

Fue más adelante, volviendo a ver la película, cuando mi percepción cambió, y esa generosidad se transformó en una mezcla de cobardía y egoísmo.

Llevaba más de un mes con esta transcripción del monólogo agazapada en un borrador, sin saber muy bien qué hacer con ella, hasta que ayer leí este fragmento de El animal moribundo (Philip Roth, 2001). Advierto que los protagonistas de la película y la novela poco tienen que ver, salvo en la edad. El de Roth, David Kepesh, es un sexagenario, mujeriego concienzudo, estratega rendido al sexo -ruin, lo sabe, y ridículo- y con una posición social y reputación privilegiadas. Dice: Un hombre joven dará con ella y se la llevará. Y la alejará de mí, quien inflamó sus sentidos, quien le dio su verdadera importancia, quien fue catalizador de su emancipación y la preparó para él.
¿Cómo sé que un hombre joven se la llevará? Porque en otro tiempo fui el hombre joven que lo habría hecho.



(La imagen, de LIFE)

3 Comments:

Blogger Paco Becerro said...

Es frecuente y recurrente el pensar que otro cosechará lo que nosotros sembramos...

Yo que te hice...
Yo que te prepare...
Conmigo aprendiste...

Y otro más joven... se lo llevará...

Me parece que todos lo podemos pensar pero es de gran inmadurez afectiva, pues confunde amor con propiedad o posesión, y claro así... eso, así.. lo normal es que se pierda a quien se dice amar.

No sé. Me ha salido del tirón

1:44 AM  
Anonymous Anonymous said...

"Otro mejor que yo" es la gran (y peor y más patética) excusa para liberarse de la obligación de pelear por ser el "mejor yo".

2:23 AM  
Anonymous Anonymous said...

Pero para la bailarina no hay otro mejor. Sólo que él no se ha dado cuenta, o no quiere. Yo digo.

3:51 PM  

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