Imposible
1
Antes de vacaciones, decidimos deshacernos de las facturas de internet por siempre jamás, adiós malvado Euskaltel. Clic.
2
Ahora, asomo la cabeza –con cierta nostalgia- por la ventana de mi cuarto y veo gente de todo pelaje entrar y salir del ciber; millones de historias -ronroneo por dentro-, decenas de mundos posibles. Qué vértigo. Mi cabeza cuelga del marco, como la de un guiñol que intentara hacerle la corte a la vecina de enfrente. Me mira, le sonrío, corre la cortina, me golpeo con la persiana.
3
He bajado al ciber. Paso a formar parte de este microcosmos sórdido y polígloto. Y paso desapercibido, como un topo. Las teclas del ordenador son trampas viscosas, se pegan a los dedos y escribir se convierte en un deporte de fondo. Empiezan a picarme los brazos, huele a curri; música árabe. Son las diez.
4
No pude hacer nada. Imposible, perfecta kamikaze.
Y - como G.- de noche, y con alevosía, afirmo que nadie puede desaprender a andar en bici.
4 Comments:
¿Cómo vas a hacer para escribir de madrugada, que es lo que te gusta? Podrías pedir las llaves del ciber.
Únete a los míos.
También me pongo pañuelo en el craneo, pero temino mejor que los chinitos esos. Las conexiones piratas son la monda, una vez las pruebas no puedes desengancharte... hasta que te tiran.
Si buena idea, la llaves, pide las llaves...
Si pido las llaves, puede que acabe limpiando los teclados con la lengua. Y tanta huella digital indigesta.
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