La naranja. En busca de sentido (II)
Sigue la naranja de Valencia en el estante de mi habitación de Barakaldo. Estos diez días de vacaciones le han sentado fatal, compruebo: el ámbar ha tornado a terroso y, lo que antes podría haberse entendido como polo sur, ha quedado achatado en un choft imperceptible, diluido por el tiempo. Los poros ya dejaron paso a las arrugas y el gris verdoso del moho va zampando los gajos, de abajo arriba.
Y, sin embargo, después de realizar la inspección, la dejo en su sitio. Con cuidado.
La miro.
Pero quédate siempre.
8 Comments:
Ayer estuve mirando un libro de Magritte... para regalarte.
Me lo he regalado. Y me gusta.
Gracias Javi.
Sigue así y descubrirás la penicilina.
Pero la penicilina... otra cosa... a ver.
Mete un kilo de barro y una costilla de cerdo en una maleta. Guárdala en un armario un par de semanas o años. Y luego nos cuentas.
Penicilina: ayer pasé por la plaza de toros de las Ventas y vi la escultura de un torero saludando a Fleming. Qué bueno.
Bueno espero que mi próximo regalo te lo comas por favor, te lo pido por favor....
¡Ah, qué unión: el amor y la penicilina!
La Penicilina y el amor.
... dijo..., no puedo prometer eso.
Gracias, Blau. Oficiaré tu boda.
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home