El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Friday, November 30, 2007

Woody Allen 2. El secreto


Es cierto que no eres muy alto, pero sí bastante feo. Pero yo soy lo suficientemente bajo y feo como para tener el mismo éxito con las mujeres. El secreto no era ser tú, sino ser yo.

Woody Allen
, 1-12-1935

Retrato


1

Tú girando descalza de puntillas y detrás, sólo la pantalla blanca. Te enseñé las fotografías. Gira – ese frágil fulgor de los ojos a punto de cerrarse y la sonrisa nostálgica de las pestañas con rimel-, así. El vuelo del vestido azul, los brazos abiertos, acariciando un torrente de luz en aire con las yemas de los dedos.


2

Le muestro el lienzo apoyado en la pared. Lleva, así, más de un año:

¿Por qué la pintas desnuda?

Cuando termine el alma…

Thursday, November 29, 2007

Renunciar a la soledad


Leo El día señalado, décimo relato de Exploradores del abismo. La mente literaria de Vila- Matas tiene la costumbre de adentrarse en extraños vericuetos. Así, enciendo un cigarrillo para hacer una pausa justo después de leer este fragmento:

"Cada vez que el mexicano se confía a alguien, cada vez que se 'abre', abdica. Y teme que el desprecio del confidente siga a su entrega", le dijo: Y le explicó que esa reacción no procedía únicamente del temor a ser utilizados por nuestros confidentes, sino de la vergüenza de haber renunciado a la soledad.

Niños en el taller 12. Solo los niños saben lo que buscan


Mientras le corregía el ejercicio del coche, pregunté a Sara -9 años- qué había pedido a los Reyes Magos:

Cuéntame, Sara...

Quiero una pata de cerdo...

Vaya, ¿No sería más simpático el cerdito entero?

No... jajaja... sólo quiero la pata...

¡Un jamón!

Eso, un jamón. Nada más. Me encanta el jamón...

Para comer...

... me voy a poner las botas.



Y así, de un jamonazo, se restableció mi descuajeringada confianza en el futuro de la humanidad.

Wednesday, November 28, 2007

Tu juegas a olvidarme, yo juego a que tu creas que me importa



Y pienso cuántas veces hubiera querido que no importase tanto, o reconocer, al menos, que -en realidad- no importaba nada.

No me importa nada

Si juegas a quererme, yo juego a que
te creas que te quiero, buscando una
coartada me das una pasión
que yo no espero,
y no me importa nada,
tu juegas a engañarme, yo juego a
que te creas que te creo, escucho tus
bobadas acerca del amor y del
deseo, y no me importa nada, nada,
que rías o que sueñes, que digas o
que hagas, y no me importa nada,
por mucho que te empeñes estoy
jugando y no me importa nada...


Si juegas a tenerme yo juego a que
te creas que me tienes; serena y
confiada, invento las palabras que te
hieren, y no me importa nada,
tu juegas a olvidarme, yo juego a que
te creas que me importa, conozco la
jugada, sé manejarme en las distancias
cortas, y no me importa nada, nada,
que rías o que sueñes, que digas o
que hagas, y no me importa nada,
por mucho que te empeñes,
que digas o que hagas, y no me
importa nada...


Y no me importa nada, que rías o que
sueñes, que digas o que hagas, y no
me importa nada, que tomes o que
dejes, que vengas o que vayas,
y no me importa nada,
que subas o que bajes, que entres o
que salgas, y no me importa nada...


Luz Casal

En el Golden Gate


- Hmmmmmmmmm ¿Pudo ser que te viera? ¿Eras tú, violinista?

- ¿Que si pudo ser que me vieras? ¿que si era yo? ¿cuándo? ¿dónde? ¿cómo?... no sé, si no me das más pistas... ¿qué se yo? Javi, tanto hmmmmmmm y tan pocas palabras... no son suficientes para que te conteste.

- Y el caso es que aquel rostro de la foto me resultaba familiar...

- ¡Ah! ¿la de la foto? si, si,... era yo. Era una foto de estas vacaciones. Aunque no se veía, el famoso puente Golden Gate de San Francisco estaba detrás.
Sí, era yo la de la foto: se acabó la Leyenda de la misteriosa violinista. Ya tiene VOZ, ya tiene CARA.

- Hmmmmm, te equivocas. Sigue viva la Leyenda de la misteriosa violinista. Porque tu cara, la cara de la foto en la que no se ve el Golden Gate pero que está detrás, me resultaba familiar. Como si la conociese desde siempre:

Quiero decir...eh... ¿Confundiré esa cara familiar con otras caras familiares? ¿Confundiré esa cara con la mía propia al mirarme al espejo? ¿Seré yo la violinista? ¿Qué hacía yo en el Golden Gate sin Golden Gate? Y el caso es que no recuerdo haber estado jamás en San Francisco ¿Será la violinista producto de la imaginación? ¿Seré incapaz de imaginarme el Golden Gate? ¿Seré yo mismo un ser imaginario? ¿Quién me andará imaginando a estas horas de la mañana?

Tuesday, November 27, 2007

De Jose


Me gusta hablar de Jose. Silencio, mirad: una historia.


Hombre en la Villavesa
(Jose Castiella, 2007). Óleo sobre tela montada en madera 120x126

Se expone actualmente en la Sala de Mixtos de la Ciudadela:

Dirección

AVDA EJERCITO s/n, PLANTA BAJA
PAMPLONA

Horario

De lunes a sábado de 18:30 h. a 21:00 h.
Domingos y festivos de 12:00 h. a 14:00 h.

Autopromo


No MirEs Raro
mezampolazambomba


... Meidei- meidei: Uno de mis incautos arenques salió a explorar y, adentrándose en territorio del enemigo opresor a panza descubierta, fue derribado de un escobazo...

Monday, November 26, 2007

Pssst


Ayer, todas morenas -que no rubias- en Merindades. Salvo una, caoba. Quizá haya cambiado de look, aventuré esperanzado. Le hice psssttt silencioso: abriendo bien los ojos y levantando la barbilla con un ligero resorte del cuello. Escrutó desconcertada. Tiró hacia la Plaza del Castillo, acelerando el paso. Detuvo a una pareja de forales. Señaló. Me agazapé.

Incluso tu ausencia es presencia. Solo tu ausencia es presencia


Garrapateó, en el papel pautado del cigarrillo, las notas de una sinfonía que se consumió, áfona, en el fulgor anaranjado del tabaco. Luego se quedó observando los jirones de humo azul en el aire, un instante, hasta que desaparecieron por la rendija de la claraboya. Recogió la ceniza de la mesa con la palma de la mano y la introdujo en un sobre con solapa de cierre de pico. Lo fechó a pulso con la pluma de tinta escarlata, escribió el remite y lo guardó, como cada mañana, en el tercer cajón del escritorio.

Sunday, November 25, 2007

Sardinas


Llevo un cuarto de hora leyendo alelado los mensajes verde lima del panel electrónico de la villavesa –linea 4, hacia Barañáin-, que me recuerda a la obra de la artista Jenny Holzer. Dice:

La educación es signo de cultura

Cediendo nuestro asiento demostramos educación

Ocupe los espacios traseros del autobús para facilitar el acceso de nuevos viajeros

El autobús es un bien público, por favor, cuídelo

Al utilizar el transporte público generamos la mitad de contaminación que desplazándonos en coche


A medida que se repiten, en español y euskera, los mensajes se van volviendo crípticos, surreales, vacíos; estúpidos:

Educación cultura traseros facilitar público generamos

Me siento sardina de piscifactoría entre otras sardinas, haciendo malabarismos en un autobús articulado para no tragarme la boina del viejito de enfrente y asistiendo a clases de Educación para la Ciudadanía. Y así, tan viajero, en una sociedad en la que el mejor argumento para hacer lo correcto es demostrar educación y cultura. ¿quéeducaciónquécultura? Demostrar, demostrar. Eso es todo. Sardinas. Si pudiese moverme la emprendería a paraguazos contra el panel electrónico del bien público. Y a generar.

Palopoemail


Le gusta lo de chinchar, más que zampar jumpers y tragar cerveza en el paseo de la ría. Por eso me sorprenden aún sus momentos de ternura, icluso en la lejanía - erasmuséa en Estrasburgo-. Por eso está bien que me chinche, incluso en las distancias cortas. Jeroglífica Paloma. Ayer me llegó un mail suyo sin desperdicio, que transcribo íntegro y sin tocar:

javierxxxxxx,

te escribo yo palomaxxxxxxxxxxxxx porque

hace mucho que no te escribo
hace tanto que no se de ti
hace poco que estamos separados
hace algo que he leido tu blog
¿hace falta algo verdaderamente especial para poder escribirte?

No lo creo.

De un tiempo a esta parte del espacio,
me acuerdo de ti.

Ahora empiezo a escribir poemas.

Poemas tontos
Poemas polifónicos de esos que no tienen sentido
hasta que los cantas o gritas a todo pulmón.
Poemas que no te llevan a ninguna parte
Poemas que te llevan a alguna parte

poemas

javixxxxx

puede que éste sea uno de ellos.

Un poemail.

Un beso, y espero sinceramente que te estés cuidando ese cuerpo fondón.

Tu amiga que te extraña,

palomaxxxxxxxxxxxxxxx

Todo lo que buscaba era a alguien que se pareciese a ti



Ev'rybody had a hard year.
Ev'rybody had a good time.
Ev'rybody had a wet dream.
Ev'rybody saw the sunshine.
Oh yeah, Oh yeah. Oh Yeah.
Ev'rybody had a good year.
Ev'rybody let their hair down.
Ev'rybody pulled their socks up. (yeah.)
Ev'rybody put their foot down.
Oh yeah. Yeah! WOOOOHOO!


Me dejé crecer el pelo las patillas salvajes recorría los estantes de las zapaterías buscando botines Kitten heels de cuero con punta y tacón cubano Compré un par de abrigos de paño gabardina y pantalones campana Detestaba el colegio a ciertos profesores que explicaban cosas tan absurdas como Cuestionaba cualquier autoridad fuera de la familia las normas y convenciones sociales comencé a escribir cosas raras por ejemplo la realidad está en lo más profundo de mis sueños y tú ya no existes Quería cogerte de la mano Y déjame cogerte de la mano Pero no aprendí a tocar la guitarra

Ev'rybody had a hard year.
Ev'rybody had a good time.
Ev'rybody had a wet dream.
Ev'rybody saw the sunshine.
Oh yeah, Oh yeah. Oh Yeah.
Ev'rybody had a good year.
Ev'rybody let their hair down.
Ev'rybody pulled their socks up. (yeah.)
Ev'rybody put their foot down.
Oh yeah. Yeah! WOOOOHOO!

Saturday, November 24, 2007

Pero se torcio


Ayer, otras dos sospechosas respondían a la descripción, recordé: manos como de haber trabajado la tierra...llenas de arrugas pero... bonitas. Estuvieron a punto de ser tú, pero se torció la cosa cuando les pedí que me hablasen de Edwar Burra y Niki De Saint Phalle.

Friday, November 23, 2007

Pesa Chile 7. Alas para volar


Una vez completado el casco del arca, con el sabor de la nuez en el paladar, a Puppy se le ocurre acoplar a la nave unas alas batibles, inspiradas en bocetos originales de Leonardo Da Vinci.

- Cruzaremos Sudamérica de este a oeste como hace el cóndor. Necesitaremos bien de papel poliéster y mucho ocumen. Las alas tendrán cien metros de eslora.

Me inquieta lo de batibles:

- Qéesesodebatibles- pregunto.

- Coordinación para batirlas. Coordinación. Haremos un curso intensivo de campanero en el monasterio de Suso, en San Millán de la Cogolla.

- ¿Y en la parroquia de Mutilva, no, porqué?

- No es cuna de la lengua castellana. Los orígenes.

- …

Me pasa un texto escrito a pata: el Beatus ille, de Horacio:

- Y de pe a pá – sentencia. -, nuestro salvoconducto, la vida retirada. Sería bueno que fueses releyendo también Fray Perico y su borrico, para documentarte sobre la vida monacal, que te veo pez. Ya tengo los disfraces de frayle, tejidos con arpillera de saco de patatas. Y, por supuesto, tendrás que hacerte la tonsura. El hábito no hace al monje.

- La tengo incipiente.

- Más.

- …

- A partir de mañana, a las cinco en pie. Ensayamos maitines.

- Maitines.

- Y laudes.

- Caramba.

Thursday, November 22, 2007

Niños en el taller 11.Peluche


Elisa acaba de cumplir cinco años. Pinta un oso de peluche con pajarita. Se le ha descuajeringado un poco:

- ¿Te ayudo?

Asiente con su cabeza chata, agitando la coleta y me entrega su pincel con las cerdas embadurnadas de un color indefinido. Lo limpio, primero con papel y luego, remojándolo en el tarro de agua.

- Vamos a ver este oso ¿Cómo se llama?

Esboza una sonrisa sin dientes:

- Ayer vino el ratoncito Pérez.


- Y qué te regaló


- Pegatinas.


- ¿Muchas?

- Tres paquetes.

Voy dando forma al peluche mientras digo tonterías en voz baja:

- Qué suerte, a mi sólo me traía otro diente.


La cabeza bien redonda, los ojos más separados. Ahora, la luz. Elisa se reclina en su taburete, me abraza el brazo izquierdo y acomoda sus papitos. Son, todavía, las 18:24.

Wednesday, November 21, 2007

Paralelo 42 (leer, leer)


Leo Paralelo 42 (1930) -siempre en el autobús comarcal, yendo y viniendo de Barañáin o Mendillorri, de pie o retirado de lo mundanal en un asiento-, la primera novela de la Trilogía USA, de John Dos Passos. Las historias extraordinarias y abiertas de cinco personajes de principios del siglo XX (hasta la Depresión, 1920) que acabarán por cruzarse, avanzan entre mólogos de los protagonistas, el narrador omnisciente y noticias raras extraídas de la época.
Ayer, el relato llevaba por título Eleanor Stoddard, que resultó artista. Recojo tres breves fragmentos, que cincelaron una sonrisa sarcástica y ahora dedico a quienes estudian o viven del arte o padecen a quienes estudian o viven del arte.

1) "Tu no acabarás bien", oyó que añadía mistress Biggs en voz baja mientras ella cerraba la puerta. Mistress Biggs no confiaba demasiado en Eleanor porque era estudiante de arte.

2) Maurice pintaba unos cuadros maravillosos en tonos amarillo pálido y violeta: eran muchachos de rostro oblongo con grandes ojos refulgentes y larguísimas pestañas, y chicas con rostro fino que parecían varones y mastines rusos de pupilas luminosas recortados contara un fondo de vigas, rascacielos blanqucinos o cielos de nubes pálidas. Evelin y Eleanor opinaban que era una vergüeenza que para ganarse la vida tuviera que dar clases en la Berlitz.

3) Eveline tenía unos cuantos enamorados, escritores, dibujantes y gente por el estilo que jamás llevaban un céntimo y cuando se los invitaba a cenar arrasaban con toda la comida y la bebida.

La ironía descarnada y el humor amargo, a veces negro, se mantienen durante toda la novela. Hiperrealismo. Magnífico Dos Passos.

Es


Te acostumbras a ese vacío moldeado dentro -tiene que estar dentro, piensas- con la forma inasible de alguien -ya no física y química-. Comprendes que no se trata de la simple memoria -la memoria no recuerda todo lo que permanece, te dices-, que quien ahora no está es ya tú.

Solo si "no"


A las 15.45, cuatro chicas de cabello antes rubio y ahora aclarado con mechas para esconder las canas, rondan la parada de autobús en Merindades. Me acerco a la que lleva una bolsa de Zara:

- ¿Cuándo te vendría bien ver los cuadros?


Me mira extrañada. Sonríe y contesta:

- ... mañana, si quieres.

- Hmmm. Perdón, me he equivocado.

Tuesday, November 20, 2007

Joe


En mi etapa universitaria de comunicador en ciernes, pululaba con gabardina y medio autista por los pasillos de la facultad, como el reverso oscuro, tirando a gris, de mi hermano mayor. Más antes que después, surgían espontáneas las comparaciones de algunos profesores: no os parecéis en nada, y nada no decía mucho a mi favor.
Con el tiempo asumí el papel de rareza extraviada, de tal modo que logré zafarme de la sombra de mi predecesor. Así, algunos de sus amigos, se hicieron amigos míos también, sin necesidad de la muletilla "hermano de". Esto ocurrió, entre otros, con Joe -profesor de Comunicación Audiovisual-. Anteayer, leyendo Nuestro tiempo, me enteré de que ha escrito un libro de microrrelatos, Dos minutos. En la revista aparecen publicados tres, en Dos veces cuento. Me han gustado mucho, por ejemplo:


Un minuto

El hombre de negro salió de su coche y avanzó deprisa por la hilera de vehículos. Un monovolumen plateado había perdido el control en una curva y se había empotrado contra un pino. Un señor de unos cuarenta años yacía en la carretera, con una manta y un abrigo como almohada. Varias personas pululaban alrededor. Se oyó una sirena a lo lejos. El hombre de negro llegó resoplando. No estaba acostumbrado a correr. Una señora con una brecha en la frente le detuvo. Mi marido no necesita un cura, sino un médico. ¿Está consciente? Sí, aún sí, pero ya le digo, no somos religiosos y encima ahora... Se le saltaron las lágrimas. Tranquila, solo hablaré un minuto con él, si me da su consentimiento. La ambulancia se abría paso. Él se arrodilló junto al herido. Los demás se separaron unos metros. Nadie quería estorbar. Los mozos venían ya con la camilla. Le levantaron en volandas. Mientras él le apretaba la mano, su mujer le susurraba: Jorge, Jorge, te quiero mucho.


José (Joe) Alberto García Avilés (Dos minutos: microrrelatos (Madrid, Eiunsa, 2007)

Para emerger de la profundidad del microcuento, transcribo de Cuaderno de Bitácora -el manual de su asignatura-, la advertencia del autor, una muestra en pocas líneas del fantástico sentido del humor de Joe:

En la elaboración de este Cuaderno no se ha utilizado ningún árbol de la selva amazónica ni se han empleado materiales radioactivos. Asimismo, ningún calamar del Mediterráneo ha sido sometido a procesos de aniquilación para extraer su tinta: los pigmentos son artificiales y sólo contienen edulcorantes autorizados. El papel es reciclable.


P.D: Buscando "microrrelatos" encuentro éste. Me troncho. Cómo no cutpastearlo:

Permuta (per Mutis)


¡Por Mutis!, brindó Maqroll el Gaviero al recibir la paloma mensajera que anunciaba el Cervantes. ¡Mutatis mutandis!, exclamó Mutis al recibir la paloma de vuelta. Y la paloma, a lo suyo: a mutar, que son dos días.

Adivinen el autor.

Nos escuchaba


Cada vez que tropezábamos con algo que se parecía al amor, desesperados, Enrique y yo (llegamos a creer en vidas paralelas) consultábamos a Bea, esperando la respuesta -una sola, siempre definitiva y que, por supuesto, sabíamos de antemano-.

Le contábamos:

- Bea, sabes... he conocido a una chica... y es, creo... sí...es... especial...

Y ella nos dejaba hablar hasta el final. Luego, el dictamen irrefutable:

- Olvídate de ella.

Y aunque jamás se equivocaba en la sentencia, nosotros que nos revelábamos:

- Esta vez es diferente, Bea.

Después, las lamentaciones, claro: estoy jodido, sabes. Hasta la siguiente.

Y vuelta a empezar.

Nota: El 18 fue el cumpleaños de Bea y ayer, el de Enrique. (no)meacuerdo. Me acuerdo.

Formas de llegar


Alterno las lecturas de Paralelo 42, de John Dos Passos, con Exploradores del Abismo, de Enrique Vila- Matas. Entre que desayuno y disfruto el primer cigarrillo del día, leo un sugerente cuento del escritor catalán: Así son los Autistas. Bajo el humo, atrapo dos balazos del tímido y vulgar Luc, protagonista del relato, cuya única rareza consiste en su amor secreto por las plateas vacías. Empiezo por el segundo disparo:

- Es que soy de los que han visto vaciarse todo. Y, por tanto, soy de los que saben de qué se llena todo.


El otro -el primero-, me ha recordado unos versos de T.S Eliot que leí ayer:

- ¡Partir de viaje! Hay muchas formas de llegar, señor párroco. Pero la mejor de todas es no partir.

Éstos:

Nunca dejaremos de explorar
Y el final de nuestra búsqueda consistirá en
Llegar al lugar donde habíamos comenzado
Y conocer ese lugar por primera vez.

Monday, November 19, 2007

Fue real



Tu ausencia llena el eco de un abrazo infinito de lugares contigo ahora sin ti; todavía hierven las marcas que dejaron tus lágrimas en la despedida:

existes.

Sunday, November 18, 2007

Comunicado



Queridos compañeros de caterva:

Pido disculpas por no haber notificado mi ausencia en la última bacanal (cena), celebrada el viernes 16 de noviembre en el popular y céntrico Bar Restaurante Casa Paco.
Con las piernas temblando todavía por la cuenta de la última cena (estofado de toro sanferminero en nuestro querido y machucado Bar Oyaga), había conseguido ahorrar unos eurillos para costear la tercera parte de esta cita. Sin embargo, un raro sentimiento parecido a la responsabilidad me indujo a renunciar al periplo noctámbulo por los bares del casco viejo: demasiadas parasangas para un sábado madrugador y con niños.

De haberos llamado, hubiéseis tratado de convencerme. Os conozco. Y hubiese ido. Me conozco. Porque lo que más deseaba era ahumar el encuentro y tan rascado como siempre, que me invitáseis a unos cuantos litros de líquido de garrafón.

Pero, por suerte, significáis más que una hecatombe cada semestre, sóis gotitas de barniz, humo de trujas 365 días al año.

Os echo de menos.

Reitero mis disculpas,

Fuerte abrazo.

Y muñeiras.


En imagen, algunos cuatreros en cena sanferminera.

Friday, November 16, 2007

Espero que llegue a tus manos y que no la devuelvas.



Cada mañana, se desperezaba estirándose como lo hacen los gatos y, de un respingo, se zafaba de las sábanas para reempezar el mundo. Enchufaba la estufa, se colocaba en cuclillas y extendía los brazos con las palmas de las manos abiertas: el calor. Luego, encendía el ordenador y así desayunaba. Siempre con Bunbury.

EL RESCATE

Desde la plaza de armas de un lugar cualquiera,
te escribo una carta para que tú sepas
lo que ya sabías, aunque no lo dijeras.
Espero que llegue a tus manos y que no la devuelvas.

Que pagues el rescate que abajo te indico.
Yo tampoco me explico, por qué no acudí antes a ti.
Pero nadie puede salvarme, nadie sabe lo que sabes,
y tampoco entregarían lo que vale mi rescate.

No hay dinero, ni castillos, ni avales, ni talonarios,
no hay en este mundo, -aunque parezca absurdo-,
ni en planetas por descubrir, lo que aquí te pido.
Y no te obligo a nada que no quieras.
Las fuerzas me fallan, mis piernas no responden;
te conocen, pero no llegan a ti.

Decidí por eso mismo, un mecanismo de defensa.
Y presa como está mi alma, con la calma suficiente,
ser más fuerte, y enfrentarme cuanto antes a la verdad,
sin dudar un segundo, lo asumo, sólo tú puedes pagar el rescate.

Devuélveme el amor que me arrebataste,
o entrégaselo, lo mismo me da, al abajo firmante;
pues no hay en este mundo, -aunque parezca absurdo-,
ni en planetas por descubrir, lo que aquí te pido.
Y no te obligo a nada que no quieras.
Las fuerzas me fallan, mis piernas no responden;
te conocen, pero no llegan a ti.

Y no te obligo a nada que no quieras.
Las fuerzas me fallan, mis piernas no responden;
te conocen, pero no llegan a ti.

Thursday, November 15, 2007

Niños en el taller 10. El mar de Amaia


Corrijo el mar con velero de Amaia. Ella alunizada, descifrando el misterio de la olas mientras me clava el pincel en el hombro, tip, tip. Así, suave, no vayamos a hundir el barco, eh, ¿señorita? suave. Y ella que ríe, pero tiene velas, mira. Es cierto, tiene velas. Ahora sigue tú sola, ¿vale? Sé que, en cuanto me de la vuelta, Amaia emborronará mis retoques con los dedos. Pero qué importa, celebro con entusiasmo su marejada taciturna:

Eh, Amaia, eso está muy bien, ¿verdad? Qué grises más chulos...

Javier...

Dime Amaia...

Mi profesor del colegio... sabes... también se llama Javier, como tú...

Anda, mira...

Pero él siempre me grita y me riñe y dice que hago todo muy mal...

Y se queda pensativa.

Señorita Amaia. A ver esa cara, ¿eh? No vayamos a hundir el barco.

La fotografía es de Esteban Toré.

Wednesday, November 14, 2007

Te solte la rienda



A estas alturas de la vida, me sigue sorprendiendo la música, esa sencillez de la magia en el aire: Allez hop! y emergen -de repente- como fogozazos en la memoria, las partes de un cuerpo cosidas a retazos: la boca, la mirada, las orejas, las manos. Y recuerdo; y reparo momentos e historias que vuelven a ser posibles por un instante para siempre.
No me preocupa si la canción es buena o mala, alternativa o comercial ni que sus notas suenen desafinadas, sólo quién se esconda tras ella.

Por eso me gusta Te solté la Rienda, de Maná. Porque rescata de la distancia, para que estén junto a mi por un instante para siempre, esos fragmentos de ti cosidos a retazos en la memoria.

Y cuando al fin comprendas
que el amor bonito
lo tenías conmigo

Bastaria



Noviembre. Paraguas. Llueve triste frío gris en Pamplona:

Temperatura: 9ºC
Humedad: 81%
Velocidad viento: (NNW) 30 Km/h
Presión: 1017 mb.
Punto de rocío: 6ºC
Índice de calor: 9ºC
Aire frío: 4ºC

Bastaría que estuvieses aquí.

Exploradores del abismo


Leo Café Kubista, el primer cuento de Exploradores del abismo, recomendación de Peter: es el único escritor que no me cansa nunca. Descubrí a Vila-Matas hace ya algunos años, subyugado por la enfermedad literaria de Gonzalo que, en su fiebre crónica, me regaló Bartleby y compañía.

Este relato introductorio discurre por las calles de Praga (Ovocny, Caletná) que no conozco -nunca he estado en Praga- pero sí me recuerdan a un plano de la ciudad en el que Josean señaló con exactitud de cartógrafo las mejores cervecerías. Y a Paula, por supuesto, que de su viaje de estudios a los paises del Este me trajo de regalo el retrato expresionista de una callejuela del barrio judío.

En la segunda página, Vila-Matas me sorprende con el poeta Vladimir Holan. Pienso agradecido en Eduardo y Antonio, por quienes conocí su obra inmensa, que tanto me ha influido y aún hoy sigue haciéndolo. También recuerdo la amistad de Holan con Jaroslav Seifert y de Toda la belleza del mundo, su delicada autobiografía, que devoré aconsejado por Javier , el librero de El Parnasillo:

Apenas sabía nada de la obra de este poeta, pero me acordé de golpe de que, treinta años antes, había inventado yo dos versos suyos situándolos, a modo de cita, a la entrada de Nuevas impresiones de Praga, capítulo sexto del libro más eufórico de los que escribí en mi juventud:

Oscura la negritud/ del mármol en la nieve.



En el relato, Vila-Matas cita -cómo no- al ineludible y Kafiano Kafka. Y Kafka es Xabi desde aquel día de enero en que me regaló una edición de sus Cuentos completos. Tengo tanto apego a ese libro que, después de seis años, todavía he sido incapaz de empezar a leerlo:

Cuando más marchan los hombres, tanto más se alejan de la meta. Gastan sus fuerzas en vano. Piensan que andan, pero sólo se precipitan -sin avanzar- hacia el vacío. Eso es todo.

Entre Kafka y Piensan que andan, veo el póster de Marta, mi Tucha, que presidía la pared del cuarto de estar en nuestro piso de Barakaldo. La sombra recortada de Kafka guarda el secreto de cientos de abrazos, todos diferentes unos de otros.

Termino Café Kubista y cierro el libro. Hasta ese momento no había reparado en la portada. Una coincidencia desconcertante: la fotografía, de André Kertész, la pesqué la semana pasada de Google para un post, Y después indiferencia. Lo releo de inmediato:

- Has significado tanto para mi pero sabes la vida lo mío lo nuestro. Sentir tantas cosas es difícil tanto y apenas no sabes cuanto y nunca te olvidaré ya nunca pero...

- ... ah... ehm disculpa ¿qué quién fuiste?


Medito en silencio sobre qué me llevó a escribir algo tan triste y pienso si acaso no seré yo también un explorador del abismo. En un clima en el fondo alegre.

Tuesday, November 13, 2007

Niños en el taller 9. El secreto del genio


Limpiába las cerdas de los pinceles mientras hablaba con los dos hermanos a través del espejo. Aritz tiene nueve años y Xabier, siete:

J.: Aritz, a ver si logramos acabar ese cuadro la próxima semana... de una vez por todas... qué te parece...

Aritz: Espero... es que es tan difícil...

J.: sí... bueno... pero lo conseguiremos...

Xabier se acercó al grifo para lavarse las manos. El reflejo de Aritz quedaba fuera de los márgenes del cristal:

Xabier:
Aritz elige siempre los cuadros más difíciles para que la gente se impresione de él. Yo lo sé.

Cuando agaché la cabeza, los surcos de agua que dibujaba el fregadero ya se habían teñido de un denso tono púrpura.

En la imagen, Andy Warhol.

Choft. El secreto Columbofilo de J.



Querida Marta, y en relación al post 806 aventuras publicado ayer en tu blog:

Te presento a Choft, mi fondonzuela paloma común. Traté de educarla desde muy pichón en el noble arte de la mensajería aérea pero su fuerza de voluntad no dio para nada, o casi nada. Ahora se dedica ociosa a llenar el buche y sembrar de cagarrutas las calles de la vieja Iruña. Le pirran los Peugeot 806 y las boinas, ya ves. Mala intención no tiene, no, pero bombardea y no siempre a discrección. Mira que le tengo dicho.

Perdona las molestias,

J.


P.D: Confieso que no pude evitar la risa floja.

Monday, November 12, 2007

La Loba



Quedaba todavía un cuarto de hora para la llegada del último metro en la estación de Sol. Pero eso, que era el último, no lo sabíamos. Se había hecho ya muy tarde y teníamos sueño y cansancio y ganas de llegar a casa. La noche había estado bien, muy bien, con las desternillantes historias de Enrique y el exotismo cálido de Eva, uruguaya y compañera de Gonzalo en la Universidad de Montevideo. Pero se había hecho ya muy tarde.
Por eso, Bea se recostó en uno de los bancos azules, al lado de (y a pesar de) un hombre mayor que observaba embriagado y atónito la pantalla de plasma mientras se frotaba con las manos las rodillas y entornaba la cabeza enarcando las cejas; abriendo y cerrando sus ojillos de liebre. Gonzalo y yo también mirábamos la pantalla:

…regalamos dos entradas para asistir a la gala de premios de la MTV en LA…


Gonzalo alargó un bostezo animal, dejando caer con fuerza los brazos y alguna lágrima vacía mientras meneaba la boca abierta; a mi se me escurrió sólo un vaya mierda. O algo parecido.

El señor con las manos en las rodillas se giró:

Me alegra que esté de acuerdo conmigo.

Bueno, yo sólo había dicho, vaya mierda.

Me alegra saber que está de acuerdo.


Algo en ese hombre, pensé. Pero no me dio tiempo a decir nada porque siguió hablando:

El cine, ahora, no es como antes. Lo que fue ya no es; aquello si que era, no esto de ahora. Esto no.


Algo en ese hombre, pensé. Algo. Pero no supe decir qué. Sólo asentí.

Era uno de esos hombres a los que ya no les afectan los sablazos del tiempo; envejecieron un día, hace años, un día y, desde entonces, sus rasgos permanecen inalterables. Quiero decir que podría tener setenta y pico años, ochenta y muchos, o noventa y tantos. La cara parecía de trapo y jugaba con gestos de guiñol en sus manos huesudas; la mirada cobriza surcaba parábolas en el aire; de vez en cuando, chasqueaba los labios y volvía a guiñar los ojos y a enarcar luego las cejas.
No tenía aspecto de borracho, ni voz de borracho, ni gestos de borracho; sólo un pequeño collar con flores de plástico y un extraño brazalete para la tensión.

Me alegra que usted, joven, esté de acuerdo conmigo. Ahora, en mi humilde opinión, las películas no dicen nada. Sólo a veces, muy pocas veces; pero pocas, muy pocas. Generalmente son malísimas, insustanciales. Todo son escenas de cama, tiros, nada, efectos especiales. No dicen nada, una pena. Antes sí. Antes era diferente, hablaban de cosas, de la vida, de cosas importantes. Yo iba al cine, de niño y cuando era joven y después también. Era barato ¿diez céntimos? y no había nada mejor que hacer, era eso o andar por la calle, y yo iba todos los días, por la tarde, muchas tardes. Entonces estaba lo de la censura, los besos, un beso. Lo cortaban todo y sólo eran besos pero los cortaban todos. A veces se les pasaba. Pero las películas de entonces decían cosas importantes y ahora. Ahora es diferente. Me alegra que piense como yo.



Sólo dije y asentí otra vez, levemente, cabeceando un poco. Le miraba. Algo en ese hombre.


Y el glamour. Aquello si que era glamour. Las mujeres de entonces: todo personalidad y muy elegantes, damas de verdad; eso si que eran mujeres de bandera: Rita Hybourg, Barbara StanwyckShirley Temple, ehhh… Deborah Kerr, Greta Garbo, ah, Marlene Dietrich, Ginger Rogers, Joan CrawfordVivien Leigh

Bea y Gonzalo no parecían tener demasiadas ganas de hablar, o eso me pareció. Se miraron un segundo y luego me sonrieron los dos, dejándome el turno que había quedado desierto:

A mi… me gusta Ingrid Bergman. Bueno, me gustaba. Mis amigos no podían entenderlo, no podían entender que me gustase una mujer en blanco y negro. A mi me daba igual, decían que era raro. Yo. Eeeh y Katharine Hepburn. Ella si… todo un carácter … y se la veía simpática, pura vitalidad. Una mujer… de verdad. Una actriz…


No me dejó decir mucho más:

Pero yo estaba enamorado de Bette Davis.

Y comprendí todo: cada gesto de las manos; la mirada entornada al aire, las cejas, los chasquidos con la boca; las pupilas de miel y ceniza. Y me quedé mirándole, le miraba como aquel que se ve en un espejo. Me quedé mirándole como miraba a mi abuela a los pies de su cama, hablándome de aquellas viejas películas que veía de joven, aquellas películas de Bette Davis.

Bette Davis

¿Conoces también a la Davis?

Ahora estaba sólo con él, a pesar de Bea, a pesar de Gonzalo; y más sólo por su presencia que por su ausencia. Eran, pero ya no estaban.
Supongo que mi silencio atolondrado le pareció un sí:

¡Qué ojos! ¿Verdad? Esa mirada. Toda maldad, toda arrogancia. Y belleza.

Silencio:

¿Has visto La Loba, de William Wyler? Para mi es la mejor. El título original es The Little Foxes.
No le importaba mi respuesta. Sabía que no la había visto. Lo sabía perfectamente pero respondí lo que él quería:

No, esa no la he visto.


Mira, mira, confía en mi. En cuanto puedas, coge el DVD en el videoclub. Y cuando la veas te acordarás de mi. Te gustará.

Quizá no esté en ningún videoclub, quizá no la vea nunca, ¿De qué va?

Supongo que también esperaba que yo dijese eso. Supongo que sabía que iba a decir precisamente eso.

Está inspirada en una obra de teatro de Lillian Hellman que, a su vez, se inspira en una parábola del evangelio, la de la raposa. Ahora vuelven los chasquidos que, de una forma extraña le hacen también brillar los ojos, ya de liebre, ya de miel y ceniza. Es una historia de, de corrupción, una historia de… avaricia, si. Se mezclan historias, es, bueno, al final Bette Davis se queda sola. Todos la abandonan. Muere sola. Ella envenena a su marido y. Bueno, toda la frialdad de la mujer… muy perversa, no tiene remordimientos. Y su veneno es la avaricia. El peor de los venenos.


En ese momento sonó el pitido del metro en la estación. Me fui, sin tiempo para decir adiós, con Bea y Gonzalo. A lo lejos, la imagen recortada entre la multitud de uno de esos hombres a los que no les afectan los sablazos del tiempo. La imagen recortada de mi abuela lanzándome un beso con la mano.


-La Loba, J. (2005)-

Una escena


Observaba a los dos desde el extremo de la mesa. Más de treinta años casados. Él, como siempre, interpretando su propio papel, riéndose de sí mismo y un poco también de las vicisitudes y contrariedades de la vida. Ella le miraba, le miraba, le miraba embelesada, con lágrimas en los ojos de tanto reírse. Y viéndolos, parecía que se hubiesen quedado ellos dos solos en el comedor, en ese preciso instante, para enamorarse de nuevo.

Monic


Cada mañana, nos comunicamos una o dos veces a gritos, atrapados en una tremebunda tempestad de improperios. Y después del último exabrupto, como si nada. Así templamos los nervios para el resto del día y podemos seguir con nuestros quehaceres cotidianos. Lo bueno de estas ráfagas de violencia verbal es que no superan jamás los límites de respeto permitidos, que sí decibelios, así que después del desahogo, nos reímos con sólo mirarnos. La clave es pincharse mucho sin hacerse daño. Para los momentos de calma tenemos un repertorio de caras, giros de cuello, muecas, gestos, sonrisas y frases hechas, un día de estos me mudaré de barrio. Todo ello con su pizca de sorna.

En mi ausencia, ella se encarga de moderar los comentarios de El canódromo:

Javi, he tenido que borrar uno.


Pero... qué, tú. No...pero no los borres sin que los lea...

Un estúpido quería hacerte daño.

Bueno, y... qué más da... no no soy... joder, no soy un niño... a mi... qué decía...

Nada. Mira, que te conozco y no pienso dejar que te comas la cabeza con estupideces...


Me cuida. A veces yo también la cuido. Es lo que tiene quererse desde hace ya tanto:

Oigo sus pasos, tap, tap, tap. Y bajo corriendo las escaleras de caracol. Le tiro de las orejas con las dos manos para ahorrarle tiempo:

Mónica, veintiséis. Uhhhhhhhhhhhhhhh.

Agito la mano.

Pues a esos, súmales tres dentro de nada, Jotín.


La imagen tiene ya algún tiempo.

Sunday, November 11, 2007

Eres linda y hechicera



Malagueña Salerosa
forma parte de la extraordinaria banda sonora de la película Kill Bill. La fuerza de esta canción mariachi -la voz, las guitarras- va unida a la sencillez de su letra, que a mi me parece preciosa:

Que eres lin........da y hechicera,
Que eres linda y hechicera
Como el candor de una rosa.


Linda y hechicera.

Más para qué.

Energía en el atardecer de domingo.

Un cuento para la entrada 900


LA MÁQUINA DE RETRATAR

Aquella mañana de julio, el pequeño Juan Andrés subió la calle Rivas corriendo, empujado por una emoción desbordada. Le brillaban los ojos y agitaba los brazos flaquitos, caídos y largos como remos; los pantalones cortos de tergal al viento, tirantes sobre el torso desnudo y maltrechas las suelas de las sandalias. Cruzó el patio de arena espantando a las gallinas, dejando a su paso una tormenta de polvo renegrido, plumas y cacareos estridentes. Se detuvo apenas un instante frente al portón de madera, para coger aire, para tragar saliva y empujó despacito, con ambas manos. Observó en silencio, como si se tratase de un ritual sagrado, la imagen a contraluz de su madre en la cocina preparando un plato de olla.

El pequeño se iba a enfrentar a una situación extraña: no sabía pedir; conocía la pobreza de sus padres. La certeza de aquella carga era algo interior y extemporáneo; como el pecado original, estaba allí desde el principio de los tiempos y formaba parte de su temperamento: él era pobre. Tampoco tenía hermanos. Por eso disfrutaba los días correteando por el pueblo y jugando con otros niños, o se distraía leyendo – leía todo lo que caía en sus manos: tebeos prestados o papeles que encontraba por el suelo, propaganda o folletos de la parroquia. A veces, el abuelo en sus visitas le regalaba un cuento y, eso sólo, le hacía el niño más feliz de Altura.

Se acercó de un respingo a su madre, le dio –como siempre que llegaba a casa-un beso en la mejilla:
- ¡Uy, qué pronto que has venido Juan Andrés! Anda, ves a jugar hasta que termine la comida.
- ¡Madre, madre, en la feria vendían una máquina de retratar! – exclamó agitado el pequeño “Garrofín”, tirando de la falda de su madre.
- Pero chiquico, ¿no ves que no tenemos dinero?- dijo con ternura María "la Serena", su madre, mientras pelaba una papa. Además, no está el padre.
- Pero usted siempre ha querido una máquina de retratar…- en sus ojos negros de vencejo se adivinaba el quebranto de una ilusión.
- hijo… - Detuvo su tarea e hizo una mueca difícil con los labios; daría el mundo por su Juan Andrés.
- Podríamos hacer retratos de padre en el campo y de pajaricos y de usted con padre y…– su hablar se tornó en plegaria, en una letanía interminable de razonamientos.
- Pero qué dirá tu padre, veas a ver que no tenemos dinero y una máquina de retratar está muy cara – Ahora, la voz de María tenía un deje de condescendencia y su eco se abría a la posibilidad. Giró la cabeza, entornó los ojos y acarició la cabeza al rape de su hijo. Criaturica, pensaba, pobre criaturica.
- Madre, cómpremela, trabajaré con el padre en las olivas y le devolveré las perras. No he de gastar más dinero en todo el mes. Se lo juro, madre. El pequeño sollozaba, se puso de rodillas, ya suplicante.
- No jures, grandás, que es pecado. Anda y dime cuánto se vale. – las palabras de la Serena se rindieron a la ternura.
- Diez perras, madre…
María subió a la alcoba y sacó del armario ropero una vieja caja de zapatos; contó diez pesetas, más de una jornada de trabajo: mucho dinero, mucho, muchísimo sacrificio. Una máquina de retratar, pensó, nunca nos ha pedido nada. Esa era la verdad y ella tanto amaba a su hijo.
Tendió las monedas al niño con una sonrisa tensa, forzada, casi melancólica. Pa tu, Juan Andrés y ves con cuidado, anda, que sino te alisiarás. Gracias, madre. Ahora lloraba de alegría, el pequeño "Garrofín".
Besó a su madre y salió a galope de la casa perdiéndose en el horizonte de la calle. El sol de mediodía teñía de luz las fachadas de cal; los tejados crepitaban al calor de julio.
El pequeño Juan llegó exhausto al puesto de la feria, apretando con las manos los bolsillos para no perder las monedas.
- ¿Ya has vuelto con el dinero, chico? – inquirió el tendero, cruzado de brazos y recostando, un poco, la espalda en el vacío. –Mira que te he estado esperando toda la mañana.
- Tome usted. – Extendió las manos, pequeñas y huesudas de labrador.
- Aquí la tienes, chico.
El pequeño Juan atrapó la cámara como quien coge torpemente un polluelo; la acarició, se la colgó al cuello y corrió en busca de su prima sorteando las sombras que salpicaban el mercado.
- Mira, prima Finita. Madre me ha comprado una máquina de retratar. Mira, mira qué bonica es, ¿Quieres que te haga un retrato? – Lo dijo atropelladamente, entusiasmado.
Finita se compuso coqueta, expectante, mirando fijamente al objetivo de la cámara.
- Así estás muy guapa, pero no te vayas a mover, ¿eh?
El pequeño Juan Andrés pulsó el botón y fue entonces cuando se disparó aquella forma grotesca disfrazada de payaso.

-La Máquina de Retratar, J. (2003)-

Saturday, November 10, 2007

That how strong my love is



Algunas palabras sencillas. Tópicos, quizás, añadirá alguno. Pero qué no haríamos con tal de estar aún cerca. Así de fuerte quisiéramos que fuera nuestro amor ¿O no? Así de fuerte.

Si fuese el sol en lo alto
iría con mi amor a todas partes
sería la luna cuando el sol se pone
para que supieras que aún estoy cerca


The Rolling Stones.

Friday, November 09, 2007

La pintura es mas fuerte que yo. Me hace hacer lo que quiere


Un salto al vacío:

Me levanto a las ocho y media, más o menos, y... a las nueve ya estoy pintando en la lonja, sí. Salgo a las dos para comer. Por la tarde, vuelvo de cuatro a ocho y media. Mi única compañía en todo ese tiempo es la música de la radio... a veces pienso que voy a olvidar cómo se habla.


Edu ha saltado sin miedo al fracaso, qué ocurriría si; con la serenidad que da la certeza de saber qué se quiere. Construye el presente con planos de color, sobre el lienzo en blanco del futuro.


Nota: el título es una cita de Picasso.

Y despues indiferencia


- Has significado tanto para mi pero sabes la vida lo mío lo nuestro. Sentir tantas cosas es difícil tanto y apenas no sabes cuanto y nunca te olvidaré ya nunca pero...

- ... ah... ehm disculpa ¿qué quién fuiste?

Thursday, November 08, 2007

Flaca



Flaca, no me claves tus puñales por la espalda
tan profundo, no me duelen, no me hacen mal.

Lejos, en el centro de la tierra, las raíces del amor
donde estaban quedarán.

Entre "no me olvides" me dejé nuestros abriles olvidados
en el fondo del placar del cuarto de invitados
eran tiempos dorados un pasado mejor.

Aunque: casi me equivoco y te digo poco a poco no me mientas
no me digas la verdad no te quedes callada
no levantes la voz ni me pidas perdón.

Aunque: casi te confieso que también he sido un perro compañero
un perro ideal que aprendió a ladrar
y a volver al hogar para poder comer.

Flaca, no me claves tus puñales
por la espalda, tan profundo
no me duelen no me hacen mal.

Lejos, en el centro de la tierra, las raíces
del amor, donde estaban
quedarán.


Andrés Calamaro

Un comienzo


El relato empezaba así:

Podría ser una bonita historia, quiero decir, si hubiese tenido la oportunidad de cambiarla. Sin embargo, he aprendido dos cosas: a no lamentarme y a ser sincero conmigo mismo. Mi historia es la de todos, con otros nombres, otras palabras. También se eso, que las palabras son solamente palabras. Puedo cambiar las palabras, pero no los hechos.


Fragmento de Una bonita historia, J. (1998)

Niños en el taller 9. My Darling Clementine


Ander e Iñigo se estrangulan en medio del taller: gruñidos, jadeos, grititos. Me acerco a separarles, escucho:

- YO soy más amigo de Javi...

- No, YO he hablado antes con él...

Y dejo que se sigan zurrando. Qué momento. Me siento como Linda Darnell en My Darling Clementine.

Wednesday, November 07, 2007

Niños en el taller 8. Colores


Javi, no me gusta cómo va mi cuadro, qué hago.

Bueno, a ver. Mira. Yo metería más amarillo al fondo, vale. Y un rojo potente al caballo, por aquí, ¿ves? Pero fíjate bien en los matices, porque tanto en la figura como en el fondo hay muchos más colores.


¡No! Qué asco. No quiero pintar la bandera española.

Ya no me sorprendo. Otros niños, que no han cumplido siquiera ocho años, reaccionaron igual la semana pasada. También se da el extremo opuesto, claro, quienes se pintan en la bata la bandera española y gritan que el euskera es una mierda que no significa nada. Cuando coinciden unos con otros se lanzan improperios. Por supuesto, ni unos ni otros saben porqué dicen lo que dicen. El odio irracional se aprende temprano, no exige mucho.
Los niños crecen indefensos ante los abusos y perversiones de los adultos; los padres no sólo aprueban, también aplauden e instigan esas deformaciones -intelectual, ideológica y afectiva- a las que sus hijos son sometidos.

Irene, es muy triste pensar así. Ver banderas y estupideces en los colores, sabes. La pintura es otra cosa. Está por encima de todo eso.

¿Puedo utilizar otros colores?

Ausencia. Y Desconvencida




Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.

Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.

Tardes que fueron nichos de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas;
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.

¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?

Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.



Este encuentro con Borges se lo debo a la convincente y elegante Desconvencida, que tiene un blog espléndido.

Cuidarlos


Me topé ayer en la red con esta foto inédita y anacrónica, una estampa sanferminera de hace dos años. Ahí estamos, de derecha a izquierda: Ester, Pablo, John y yo. Me hace reír. Y también recordar algo que parece obvio -el hecho de que lo recuerde me demuestra lo contrario-, que hay que cuidarlos.

Tuesday, November 06, 2007

Descubrimiento del Wolframio. Leer a Wolframio


Con el otoño llegó Nahum y con él la certeza de que ya no tardaría en enredarse otro viejo amigo escribiente. Ayer descubrí el wolframio. La "Quinta de Peter" está contenta. Nos apretujamos.

El mal de la literatura



- Quiero algo –confieso.
- ¿Qué quieres?
- No lo sé –digo-. Más, quiero algo más. Pienso en un vínculo, quiero un vínculo.
- Quieres algo que no tengo –me contesta.

(Homes)


No soy especial, aunque tú lo creyeses. No lo soy.

Es cierto, no... no lo eres. Hace tiempo que dejé de saber quién eras, sabes, hace tiempo que dejé de imaginarte. Me equivoqué. Creía, sí. Lo siento. Y siempre me equivoco. Quise a alguien que nunca me quiso. Quise a alguien que no existía.

Monday, November 05, 2007

Abuela Maria


Cada día, antes que el sol, se encendía la luz tenue tras la cortinilla del ventanuco de la porchada que daba a la habitación de la abuela. Medio en sueños veía su silueta recortada de espaldas, sentada en la cama con camisón, poniéndose las zapatillas. En silencio apagaba la luz.
Hacía calor de canícula en Altura y un olor dulzón me llevaba lejos en la memoria, a épocas que no viví. Durante un buen rato me quedaba mirando absorto a través de la oscuridad granulada las maltrechas cañas del techo, o la medalla de la guerra civil del abuelo Garrofín, que parecía hojalata de falsa moneda. Y pensaba en el secreto literario del abuelo: Fray Perico y su borrico. En la otra cama, dormían mis hermanos marcando con la respiración entrecortada un espacio y tiempo diferentes, oníricos.

Luego dormía unos minutos, cuántos, hasta que la abuela María me despertaba para ver el encierro de Sanfermines:

Abuela, ¿Qué tal has dormido?

Uy, hoy he vuelto a soñar con toros, chiquico.


El brillo de sus ojos negros tiritaba y también decía, chiquico.

Bajábamos las escaleras entre susurros. Al llegar al cuarto de estar ya estaba listo el desayuno: Pingano y leche caliente con Cola-Cao. La abuela bajaba a la plaza del árbol justo cuando abría la panadería y compraba el Pingano. Veíamos el encierro mojando el Pan quemao en la leche: delicioso. La abuela, a veces, retiraba la mirada de la pantalla:

No ha pasado nada, abuela.

Uy.

A veces yo también retiraba los ojos de la pantalla. Para mirarla a ella.


Imágen: Y a las 10 de la mañana, íbamos con ella a las piscinas.


Nota:

Receta de Pingano o Pan quemao

Masa de pan: aceite, laboretas, bicarbonato y azúcar.

Trabajamos la masa del pan añadiéndole aceite y una pizca de bicarbonato. Añadimos las laboretas y hacemos una torta aplanada y la dejamos reposar. La espolvoreamos bien de azúcar y horneamos.