El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Saturday, September 30, 2006

Bea


Recuerdo una vez que estaba un poco triste. De esto hace ya ocho años. Había quedado con Gonzalo en casa de Bea, pero llegué antes de tiempo, o él se retrasó un poco. El caso es que Bea me hizo pasar a su habitación. Hablamos sólo un rato y ya no se de qué; quizá notó algo, o se lo conté yo. Pero el caso es que dijo que me sentara en su cama.

Bea cogió un libro de la estantería, se colocó junto a mí:

-Mira, Javitxu, este es mi cuento preferido.

Y empezó a leerlo en voz alta, despacio, enseñándome las ilustraciones.

Friday, September 29, 2006

Para ti


De un pintor.

Los problemas crecen


- Pónme otra. Bueno, sólo media, media más.
- Llevas cinco.
- No, cuatro.
- Cinco.
- Pues ponme otra más.

Pedía horas como si se tratase de copas de wiskhy.

Estaba sentado en la cabina contigua. Me había fijado en él unos días antes, cuando tuve que entrar a ese locutorio por el mismo asunto. Su aspecto era el de un niño calvo con barba de varios días; barrigudo y ojos azules, lánguidos, como de pez. Pero su manera de vestir le sumaba los treinta y pico años que debía tener: camisa a rayas de manga corta y pantalones de algodón color crema.

Bien, de vez en cuando gesticulaba a mi izquierda, o se agachaba un poco. Unas veces reía y otras parecía maldecir o increparse. Siempre en murmullos: un siseo incesante, como si estuviese escribiendo un ensayo muy complejo. Su ordenador pasaba rápidamente de una página a otra y, aunque no quería mirar, al final lo hice: veía dibujos animados, a ratos (cuando reía) e imágenes de Ben, el hermano pequeño de la serie "Los problemas crecen" (cuando murmuraba).

El caso es que eran casi las diez de la noche y yo tenía que escribir un mail importante, o muy importante, o nada importante -según se mire-, pero necesitaba cierta concentración.

Y en ello estaba cuando, sólo por un momento, pude descifrar una de sus letanias:

"Estonollevaaningunaparteestonollevaaningunaparteestonollevaaningunaparte".

Thursday, September 28, 2006

La cazadora


Llevé la cazadora a la tintorería.

La dependienta dijo: "estas manchas azules son desteñidos"

Yo quise creer que eran la marca de agua de los ojos de R.


Que las manchas fuesen imborrables no aclaró nada.

Wednesday, September 27, 2006

Cinco de cinco


Ya son cinco las personas que dicen haber visto por los pasillos de la facultad a alguien igual a mi.

"Pero más alto, más delgado".

Un alivio.

Monday, September 25, 2006

Mama


Después de comer, vamos a la sala de estar. La primera en sentarse es mamá. Siempre se pone en mi sitio, a la izquierda, donde está el brazo. Lo hace a propósito, claro, sólo para hacerme rabiar.

Así que siempre se repite la misma escena:

-Mamá, por favor

-Hijo, qué ganas tengo de que te vayas a Bilbao

-Luego me echas de menos

-Qué pesado eres

Entonces se levanta y deja el espacio suficiente para que pueda tumbarme y dormir la siesta. A sus pies.

La mirada de mi padre


Mi padre es escritor. Mi padre es un genio. No lo digo yo sólo. Una gitana leyó sus iris hace algunos años y luego se lo explicó todo a él. Yo también miro la mirada de mi padre. En sus pupilas brilla la luz inmensa de Altura -su infancia- a media tarde, cuando el sol cuelga en el cielo y cubre los tejados naranjas de un manto blanco, rojo ardiente y amarillo.

Cuando tu eras John Lennon y yo Picasso


Me saltaba las clases de la universidad para ir al estudio de la calle San Antón. Amaba aquel lugar y a los amigos que conocí allí, otros jóvenes artistas.
Me saltaba las clases y devoraba paquetes de Lucky y bebía cerveza, tinto de cartón o vino gasificado para tirar.
Me saltaba las clases y el tiempo transcurría desde el amanecer hasta la madrugada. A veces, venían otros amigos a visitarme, viejos compañeros del colegio. Mi invitado favorito era Iñigo. De vez en cuando, traía su guitarra acústica recién comprada y yo robaba de casa botellas de Jumilla. Nos sentábamos en el suelo salpicado de óleo: él con la guitarra, yo con los pinceles y los dos compartiendo vino, tabaco e historias. Al rato, dejaba de pintar y conectábamos la grabadora para dejar la huella de dos borrachos destrozando –la destrozaba yo- música: Blur, Simon and Garfunkel, The Beatles, Bob Marley, Ocean Color Scene, Bob Dylan... Nos creíamos genios, él era John Lennon y yo Picasso.
En aquellas charlas ebrias de sueños imposibles, encontramos el nosotros que nunca jamás volveríamos a ser.

Sunday, September 24, 2006

El momento


El autobús de Mutilva siempre baja lleno, sobretodo desde que la última parada es el centro comercial de la Morea. Hace ya diez años que soy asiduo de la línea 17 y, en todo este tiempo, he visto como se transformaban cientos de rostros que, poco a poco, han ido desapareciendo. A veces, imagino las vidas posibles de aquellas miradas, las geografías inhabitadas de los que ya no están.

Creo que es momento de comprar coche.

Para ser Popeye


Uno de mis hermanos quiso ser Popeye. No estoy hablando de disfrazarse de Popeye, sino de serlo. Lo recuerdo bien. Todos le apoyamos: mamá tuvo que hacerle el uniforme de marinero y papá sacrificó una de sus pipas; mi hermano mayor repasaba cada día los tatuajes con un rotulador permanente. El resto recibíamos tortazos de vez en cuando, pero lo llevábamos bastante bien.
El sueño de ser quien no se es acabó el día en que mamá le puso puré de espinacas de primer plato. Con la primera arcada.

Saturday, September 23, 2006

Cinco dias con Antonio y Juanjo


Si he de guardar una imagen de Juanjo Aquerreta y Antonio López, escojo aquella en la que se tumbaron juntos a echar la siesta sobre la tarima del estudio. Quizás, algún día olvide los consejos que me dieron pero nunca la sencillez y profunda humanidad de ambos: la delicada magia que tirita en sus cuadros.

Pintor


Jorge me lo dijo antes de empezar el taller: “te conozco y, cuando la veas, sólo querrás pintar su cara”. Le respondí que no, claro, que yo era pintor y estaba acostumbrado a trabajar con modelos. Además, llevaba todo el año dedicado a la anatomía, así que miraba el cuerpo anónimo como si se tratase de un bodegón: los más pequeños matices lumínicos en la piel, las proporciones, el gesto, el color; esas cosas.

Se llama Rita.

Y sí: le regalé el retrato.

Tuesday, September 19, 2006

Lo sabia todo


Una llamada de teléfono y su voz, seis años después.

1999:

“Silvia tiene frío; le presto mi abrigo azul de paño, inmenso, y esconde sus ojos azules: lo sabe todo, explica, y que yo también. Hablamos de Descartes y descubrimos que, en realidad, no sabemos nada, y nos ponemos a bailar”.

Sunday, September 17, 2006

Esperando a monsieur Cezanne


La fila de paraguas rodeaba el Musée Granet, de Aix- en Provence; además: sillas de ruedas, tiendas de campaña, mochilas, chubasqueros, sillas plegables, mesas, botas de agua, sombreros, capuchas, periódicos y algún cigarrillo. Apenas dejaba de llover, para empezar de nuevo y con más intensidad, mientras amanecía y el olor a humedad se mezclaba con el cálido aroma del primer café. El resto de las calles quedaban solitarias, con un deje dominical de melancolía.
Me coloqué, allí, uno más en la cola y miré bajo el paraguas para ver quién tenía delante: una muchacha morena, bonita, veinte años a lo sumo; sola. Llevaba chaleco azul con capucha y camiseta verde de manga corta; pantalones vaqueros, deportivas y un bolso blanco con pequeños retratos en negativo. Se volvió de espaldas y fue -sólo un poco después- cuando una ráfaga de lluvia acarició su brazo dejándole la carne de gallina.

Wednesday, September 13, 2006

Tan vacuno


Sería incapaz de irme a ningún lugar sin despedirme de ella. Jamás.

Catita (II)


Catita es muy valiente: trepa a los columpios más altos y se desliza por los toboganes con más pendiente. Como son para niños mayores –ella sólo tiene dos años-, a veces pide ayuda: "Javiii, ayúdame". No le importa.
Además, tiene un secreto: conjura el miedo con unas palabras, “No pasa nada”. A veces, las repite de seguido, cuanto haga falta: “Nopasanada-nopasanada-nopasanada”.

Por el cumpleaños, la abuela le regaló su cuento favorito, “Los tres cochinitos”. El libro incluía cuatro marionetas de tela, del tamaño de un dedal. Alguien le preguntó quién era cada una:

- Cochinito rojo, cochinito azul, cochinito amarillo… Loboferoznopasanada.

Tuesday, September 12, 2006

Encuentro


Normalmente finjo ceguera transitoria, pero el viernes -estaba simpático -reconocí a una chica en un bar y me acerqué a saludarla. Éramos compañeros de clase en el colegio y, desde entonces, no nos habíamos visto.

Así que le lancé un saludo desde lejos –por probar primero- agitando la mano y dando saltitos. María forzó un poco el cuello, entornó los ojos y luego dibujó una mueca extraña antes de darme la espalda.

Me arrastré hasta su corro.

Le di golpecitos en la espalda.

No innové demasiado:

- ¿Tu eres María, no? (Si)

- Si. (Escueta, tu. Problema)

- Íbamos a clase juntos. Al colegio. Bueno, no se si te acuerdas de mi. (No)

- Claro que si, ya te he visto antes. ¿David, no? (No, golfa. Tu dile que sí: David)

- No, no, Javi. (Vaya)

- Es verdad, si…pero es que tienes cara de David (Siempre David, ¿Tengo cara del tipo David? Uhmm)

- No te preocupes, jajaja, es normal equivocarse, IZASKUN. Los años. (Eso duele)

- ¡María! (Ji-Ji-Ji)

- ¿Eh? ¡Ah! Perdona, Kakun. Los años. (bien, bien)

- … (tic-tac-tic-tac)

- … (títoriiiii. No le preguntes qué hace)

- Bueno, María, ejem, ¿Y a qué te dedicas? (Mierda: bla, bla, bla, muy contenta (uno), bla, bla, de momento bien (dos), bla, bla, bla, no me quejo (tres), bla, bla, bla).

- Pues soy odontóloga (ohhhhhh-d-o-n-t-ó-l-o-g-a). Hice la carrera en Barcelona, uh, como pasa el tiempo, jajaja. Hace dos años empecé a trabajar con mi padre, ya ves, la tradición familiar, jajaja (Por supuesto. La tradición). Y nada, supercontenta (uno), tenemos la consulta en la calle Jarauta, junto a la peña Alegría, a dos pasos, ¿sabes? (tan bien como nadie). Así que ya ves, de momento bien y eso (dos). No me quejo (tres), pero vaya, que en unos años espero tener mi propio negocio, jajaja (a mi también me pasa). Toma, mira, para ti, esta es mi tarjeta, por si acaso se te cae algún diente, jajaja. (Espero no verte nunca)

- Gracias. Está… bien, ¿eh? (Ufff, horrenda).

- Bueno, que no paro de hablar yo, ¿qué es de tu vida? (Llega tu momento de "interesante", chaval. Pintor, pintor, artista, genio. Díselo)

- Soy PINTOR (¡ahá!)

- No me extraña nada hijo, en el colegio siempre ibas a tu bola.

Monday, September 11, 2006

Alguien me espera en casa


Madrugada del sábado, Barakaldo.


Procuro no hacer mucho ruido al abrir la puerta. Veo las lámparas del salón encendidas, me acerco: Marta, mi compañera de piso, se ha quedado dormida en el sofá.

Me siento a su lado y susurro algo bajito. La he despertado, pero sigue con los ojos cerrados:

- ¿Con quién has estado?

- Tomando algo con X.

- ¿Qué hora es?

- Las cuatro y pico.

-Putoncillo.

Y luego vamos a la cocina, a fumar el último cigarro. Hasta las siete de la mañana.

Septiembre


Voy al Eguzki, a por un paquete de Chester. Parece que han pasado tres meses desde ayer y, aquello que antes azul, ahora llueve.

Veo: dos niñas con chubasquero y mochila de ruedas esperando el autobús.

Recuerdo: el olor de los libros recién forrados.

Pienso: no debería existir el primer día de colegio.

Sunday, September 10, 2006

Mascara en los pies


Sólo ayer, después de ocho años y a las tres de la mañana, entendí porqué lo hizo Paco.


No sabíamos bien cómo, pero Iruña nos logró meter en aquella exposición de Carnaval. Y lo cierto es que nuestros cuadros acabaron colgados en “El Polvorín” de la Ciudadela, junto a los de otros artistas locales de renombre. Gonzalo y yo teníamos 20 años, Naroa, tan sólo 17.

Un viernes por la tarde, Gonzalo y yo quedamos allí con Don Eduardo, Paco y Jorge: tres profesores de la facultad, tres amigos.

Entramos los cinco en la sala y, más que mirar lo que había, charlábamos. Frente al cuadro de Paquita Zurriguel, Jorge se acordó de algo.

J: (A Paco y Don Eduardo) ¿Sabéis que Gonzalo y Javi me dedicaron un cuadro el día que leí la tesis? Salió en el periódico y todo. (A nosotros) Oye, quiero verlo, ¿eh?, me lo tenéis que regalar.

Gonzalo y yo nos miramos con ese pavor que provoca ataques de risa. El cuadro, que era malísimo, lo había reciclado para un concurso de arte erótico. Paco se dio cuenta. Siempre se da cuenta de todo.

P: Yo también quiero verlo, ¿dónde está?

G: Creo que el cuadro murió…

Tenía dos opciones. Mentí.

Yo: No, no… está por ahí, Jorge, en el estudio...

Pensé que podría darle otro en su lugar, yo qué se. No quería herirle.

P: Jorge, creo que te has quedado sin cuadro.

J: Que no, hombre, ya has oído.

Yo: …

G: …

Seguimos andando, Jorge y Don Eduardo quedaron algo descolgados. Así que vimos nuestros cuadros a solas con Paco. Elogió el de Gonzalo. Le gustó. Hizo alguna broma.
Llegamos al mío. Paco se quedó mirándolo en silencio, con los brazos cruzados, pensativo. Subía y bajaba los talones.

P: Gonzalo, ¿qué me dijiste ayer que te parecía la pintura de Pagola? (sin mirarle)

G: No me acuerdo.

Sentí cómo Gonzalo empezaba a tensarse dentro de mi. Ahora Paco le miraba a los ojos. Un cuchillo de aire helado me abrió en canal.

P: Claro que te acuerdas. Venga, dilo.

Gonzalo se derrumbó.

G: Que era fácil.

Saturday, September 09, 2006

Por eso


Todos los hermanos nos unimos para evitar la mudanza. El viejo piso de la calle Aralar se había quedado pequeño y algunos vecinos eran más que indeseables. Pero no queríamos irnos. Una de las estrategias de mis padres fue llevarnos en grupos de dos a ver la nueva casa. A mi me tocó con Juan Andrés –el hermano mayor-, un sábado.
Papá y mamá nos fueron enseñando cada rincón y dejaron para el final nuestros cuartos, que quedaban en el piso de arriba.
Subimos la escalera de caracol en fila, hasta el rellano. Las dos puertas estaban cerradas.
No recuerdo el discurso demagógico de mis padres al descubrirnos las habitaciones, sólo que las dos quedaron bautizadas. Yo llamé a la suya “zulo”. Él fue más ingenioso: “la tuya parece un canódromo”.

Franny & Zooey


Los dos admirábamos al profesor de Antropología. Como la mayor parte del resto de la clase. Los dos queríamos conocerle y era casi final de curso. Don Eduardo explicaba los temas tomando como ejemplos películas, canciones, libros y poemas, todo ello aderezado con su cálido acento uruguayo. Volvía locas a las chicas; era sacerdote.
Una de las novelas que nos hizo leer, Franny & Zooey, de Salinger, resultó especialmente compleja. No la entendió nadie.

Así que mi amigo aprovechó y fue al despacho con el libro en la mano.


J: Hola

D.E: ¿Qué tal?

J: Ehm... quería... bueno... saber... qué quiere decir el libro (le enseña la portada).

D.E: Dise lo que dise.

J: …


Y eso fue todo.

Y se va


1

Conocí a Iñaki hace cuatro años; fue el profesor de Dibujo II. Sus primeras palabras para mi fueron en público, en la presentación de la asignatura: “¿Quieres que te traiga un café?”. Yo estaba despatarrado y había llegado tarde. A partir de ese momento intenté cambiarme de grupo pero no lo conseguí y empezó una guerra de nervios que acabó el día que fui a su despacho y hablamos. Han pasado otras muchas historias desde entonces, pero lo importante es que Iñaki y yo nos fuimos haciendo amigos.


2

El otoño del año pasado una depresión me dejó encerrado en casa. Mi único contacto con la facultad era Iñaki, a través del correo electrónico. Recuerdo que nos escribíamos los viernes. El 9 de diciembre me mandó este mensaje:

“Si te digo que es viernes no es nada nuevo, si te digo que en estoy en la facultad es más de lo mismo. Pero esta vez no van por ahí los tiros. Me encontraba junto a la máquina de café (esto no es novedad) con dos alumnos de este año (viernes de puente, ni dios por aquí). Él, un tipo atractivo, que tendrá más años que el resto (lo cual no es mucho) y que trabaja como cocinero para el circo del sol. Por eso asiste poco, y aunque es bueno la cosa es complicada. Es un personaje inquieto interesado por la escultura, con Color I pendiente (primero Reche, ahora Badosa) y puede que deje Dibujo II (a todo no se puede llegar). Pero un tipo encantador, noble, inquieto. Ella (también de rostro atractivo, porque el negro que siempre lleva no deja entrever las curvas de su cuerpo), una mujer con la cabeza bien amueblada. Ha cursado derecho, vive en un baserri, estuvo viviendo en Florencia, ha realizado trabajos en audio. Es sorprendente, con un buen futuro artístico (lo que no quiere decir que sea fácil). La dije que no tenía un nivel gráfico de sobresaliente y eso la quemó un poco (y es que también se centra en la escultura). Pero ambos son dos tipos francamente interesantes. Ella quiere ir a Alemania, el a Suecia (aunque quizás pueda incorporarse como camarero fijo para el Circo del Sol, que ahora recala aquí.

Esto es la presentación. Dos vidas que ahora se cruzan con el denominador común de asignaturas de la facultad, pero que seguirán caminos separados. Y aquí viene lo sugerente. En un momento ella (28 años) cuando él ha dicho que su segundo apellido era Lucas, y que incluso algunos amigos le llaman así (su nombre es Guillermo), ella le dice que tiene cara de llamarse Lucas.

Te aseguro que no he visto a una mujer decirle a un hombre que está colada por él de una manera tan sutil, tan cálida. Apenas se entreveía el mensaje (puede que ella ni se diera cuenta, puede que él tampoco, pero yo sí me he dado cuenta). Es lo que pasa cuando uno está en el momento adecuado en el sitio adecuado, aunque esto implique estar siempre fuera.”


3

A finales de enero regresé a la facultad y volvía a tener a Iñaki de profesor, ahora en Geometría como método de pensamiento. En una de mis visitas a su despacho, hablando de literatura, me contó algo:


“Todos los martes llevo a Lucas (Lucas es su hijo pequeño) a clase de música. No se porqué, pero dice que tiene miedo a la profesora. Yo la conozco y es una mujer bastante simpática y agradable, vaya. No se cuál es el problema. El caso es que, cada martes, de camino al conservatorio, me invento para él una historia diferente en la que la protagonista es ella. Y ese miedo se le va.”

Friday, September 08, 2006

Ciencia



Tienen que ser once dimensiones para que pueda caber en el universo todo lo que irradia.

Cuando coge un simple trozo de papel.


Existen las cuerdas, porque ella las hace vibrar todas.

Cuando sencillamente parpadea.

Consejos



1

Hablar de relaciones es mas fácil que hablar de fútbol. A nadie le importa que las variables del amor sean infinitas y, por tanto, imprevisibles. Uno se apaña bien con un puñado de frases hechas, que cree profundísimas y –por su puesto-suyas.


2

Hace un par de años entré a una pequeña lechería en el barrio de Deusto.
La tendera, que rozaba los sesenta, hablaba a un cliente de, más o menos, diecinueve:

- No te preocupes, ya encontrarás a otra. Lo que pasa es que a nosotras nos gusta que seáis malos. Un poco malos, no del todo, claro, ya me entiendes…

El chico asintió con la garganta, cogió las vueltas y se fue. Me acerqué al mostrador, pedí una botella de leche entera. La mujer se sonrió:

- Tengo razón, ¿a que si?

- Claro.

3

En épocas de desamor ya sólo pido consejos a G. Porque, aplicando la imaginación y conocimientos más desenfrenados, lujuriosos y calenturientos, incita a todo y sólo aquello que él -ni nadie en su sano juicio- jamás haría.

Sunday, September 03, 2006

Catita


Solo ella me da una respuesta.

-¿Qué es tu tío Javi?

Entonces observa el bote de pintura que tiene en la mano, lo agita y dice, sin mirarme:

- Pintor.

Una historia sin Coixet.


Hace dos años detectaron el melanoma que acabaría matándola. En enero, un médico le respondió, “ sólo unos meses”. Veintidós años recién cumplidos, tan preciosa. Yo no sabia nada. La veía, como siempre, por la facultad: la bata, la mochila, la carpeta; en el autobús; de vez en cuando, nos cruzábamos por Barakaldo, siempre en algún paso de cebra.


Para eso no le hizo falta escribir ninguna lista de cosas por hacer, ni pensar “una vida sin mi”; sólo en aquella suya que había sido, que aún era, y todavía le quedaba por vivir.

Saturday, September 02, 2006

Itxaso


Tengo pocos recuerdos de primero de carrera y éste es -además- levísimo: Ella en clase de escultura, sentada frente a mi, modelando suavemente la arcilla, en silencio; ojos claros, coleta rubia, labios finos y nariz respingona.

Eso es todo.

Pero así será para mi ella. Siempre.

Friday, September 01, 2006

Para empezar: Damaris Pan


Hola, Damaris:

¡Qué sorpresa leerte! Ya te conozco o – mejor dicho- te conozco a medias. He visto tus ilustraciones de papel colgando en el txoko* de la esquina y quizá a ti también, pero eso no lo se muy bien. A veces paseaba por ahí cuando me sentía un poco triste –pasa a veces-, a mirar. Y allí estabas, esa media tu dibujada por ti, como si fueses media docena o así de herramientas azules, o una casa. Pasaba por allí y me parecía bonito ver aquello, aunque el txoko casi siempre estuviese oscuro y vacío. A veces esperaba allí dando pequeños paseos en círculo para saber quién podría dibujar aquello. Pero tu nunca llegabas o era yo el que no llegaba a tiempo. Siempre justo tarde.
Una mañana de mayo vi en el periódico aquellos dibujos junto a una chica tendida en el suelo. Debajo de la foto ponía su nombre que sonaba a cuento: Damaris Pan. Y me alegré de haberte encontrado en un trozo de papel, donde se escriben los cuentos y, a veces, alguien pinta media docena o así de herramientas azules.

* Espacios (del euskera) cerrados con caballetes y tableros, organizados por grupos de alumnos, dentro del aula de pintura de la Facultad de Bellas Artes del Pais Vasco.