El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Wednesday, January 30, 2008

Notas de un tramposo 5



La última*, la 15 -o sea, 14-, que transcribo de Notas de un tramposo es un breve relato, o el comienzo de una historia más larga, que no recordaba en absoluto. Mejor.

*Algunas de las notas anteriores las había publicado ya en el canódromo, sin indicar su procedencia: el cuaderno de tapas negras (en realidad, un impersonal documento Word).


14

Estábamos sentados frente a frente y, sobre la mesa, formando un triángulo imaginario, tres botellas ya vacías de Beaujolais Nouveau. La luz tibia del quinque le cincelaba el rostro con golpes de claroscuro, como a un personaje de Rembrandt. Sus ojos de pez de vidrio permanecían fijos en un punto de fuga inexistente; aquellas manos que le habían dado la gloria, ahora encendían temblorosas un cigarro con otro. Su aspecto era el de un náufrago que ha perdido toda esperanza de ser rescatado. No nos habíamos visto en veinticinco años, desde el día en que desapareció con Daniela.

Ahora vivía solo, en una antigua nave industria, que también es mi estudio, a las afueras de Berlín, me explicó.
Tenía la frente despejada y las sienes cenicientas; las arrugas que surcaban su rostro demacrado parecían marcadas por el filo esquizofrénico de una navaja. Había triunfado en sus sueños de juventud: cincuenta y siete exposiciones (Madrid, Barcelona, Viena, Londres, Berlín, Moscú, Estambul, Lisboa, Milán, París, Ciudad del Cabo, Sydney, Nueva York…). Un garabato suyo, cualquier mierda que firmase, valía millones; se había burlado de las carencias y oscuros complejos que, todavía, seguían atormentándolo. Pero el éxito acabó por atraparle y no supo ni quiso escapar. Y ese fue el precio: la locura.

Los recuerdos de juventud le rondaban desaprensivos, tantos lugares convertidos en espacios fantasmales. Y había recorrido todos aquella misma tarde. Se encadenan vertiginosamente, como fotogramas malditos, dijo. Los que fueron en tiempo reales, ahora tan sólo eran imágenes sentidas o espacios vacíos. Así pagaba su pasado.

-Deja... quiero beber a sorbos aquella noche. Otra botella… ¡Camarero, joder he pedido otra puta botella! –masculló, entre dientes, agrietando la voz y mesándose los cabellos con aquellas manos de gigante herido y venas bordadas.

Sacó del bolsillo de la chaqueta una estilográfica y, en una servilleta de papel, escribió de memoria, con un automatismo aterrador:

Las cenizas de mi corazón todavía laten en sus manos y su voz queda habita en mi alma. Sus pasos se ahogan y quedan sus huellas
.

-Puedes ponerlo al principio, si quieres… -Me escrutó impávido, desde el infierno. Luego me tendió el cuaderno. Se levantó, apenas dio unos pasos y cayó desplomado.

Así acabó todo aquel imperio soñado: yerto en el suelo de un bar, mezclado el sudor con restos de licores amargos y pisadas anónimas. Cada noche, desde entonces, acudiría a mi memoria aquella, su última mirada desde el destierro y el gesto del desamparo acompañado de un hilo roto de voz: Me gustaría... sabes... sólo un poco de leche caliente.

Hotel Chevalier. Where Do You Go To My Lovely



Encontré, con la ayuda casual de la muy desconvencida Amaya, la canción del cortometraje, Hotel Chevalier. Preciosa. Evocadora.


You talk like Marlene Dietrich
And you dance like Zizi Jeanmaire
Your clothes are all made by Balmain
And there's diamonds and pearls in your hair, yes there are

You live in a fancy apartment
Off the Boulevard Saint-Michel
Where you keep your Rolling Stones records
And a friend of Sacha Distel, yes you do

But where do you go to my lovely
When you're alone in your bed
Tell me the thoughts that surround you
I want to look inside your head, yes I do

I've seen all your qualifications
You got from the Sorbonne
And the painting you stole from Picasso
Your loveliness goes on and on, yes it does

When you go on your summer vacation
You go to Juan-les-Pins
With your carefully designed topless swimsuit
You get an even suntan on your back and on your legs

And when the snow falls you're found in Saint Moritz
With the others of the jet-set
And you sip your Napoleon brandy
But you never get your lips wet, no you don't

But where do you go to my lovely
When you're alone in your bed
Won't you tell me the thoughts that surround you
I want to look inside your head, yes I do

Your name, it is heard in high places
You know the Aga Khan
He sent you a racehorse for Christmas
And you keep it just for fun, for a laugh, a-ha-ha-ha

They say that when you get married
It'll be to a millionaire
But they don't realize where you came from
And I wonder if they really care, or give a damn

Where do you go to my lovely
When you're alone in your bed
Tell me the thoughts that surround you
I want to look inside your head, yes I do

I remember the back streets of Naples
Two children begging in rags
Both touched with a burning ambition
To shake off their lowly-born tags, so they try

So look into my face Marie-Claire
And remember just who you are
Then go and forget me forever
But I know you still bear the scar, deep inside, yes you do

I know where you go to my lovely
When you're alone in your bed
I know the thoughts that surround you
'Cause I can look inside your head



Where Do You Go To My Lovely
- Peter Sarstedt

Tuesday, January 29, 2008

Palomas mensajeras


Mucho me aburría el meollo. El meollo del asunto. Id al meollo, decretaban los profesores, como si se hubiese conspirado el sindicato docente a nivel mundial contra lo anecdótico, su reverso, que a mi tanto me fascinaba. Y, aún así, yo quise, durante un tiempo y a pecho descubierto, ir también al meollo del asunto. En ese breve periodo, respondía muy ufano las preguntas de los exámenes con buena caligrafía, disponiendo en orden y concretando las ideas importantes. Respondía cada vez más ufano, hasta convertirme, al fin, en un adolescente frío, taciturno, aséptico y calculador, obsesivo explorador del meollo. Poco a poco fuí dejando de hablar de asuntos triviales, hasta asomarme al abismo del silencio, donde sólo allí -descubrí- se podía vislumbrar el meollo. Abandoné el habla y los gestos y también la escritura, incluso en los exámenes, pues llegué a la conclusión de que la esencia de las cosas, el meollo en fin, era la nada. Recuerdo con nostalgia mi primer éxito: el control de lengua en que dejé la definición de sinécdoque por la mitad: Tropo que consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras,para designar un todo con el s. Después de éste triunfo práctico se sucedieron las entregas de exámenes en blanco, en los que ya sólo ponía, con caligrafía minúscula, el número de lista.
Y tu qué, me preguntó más de un profesor al que yo -por supuesto- no respondía, pues el meollo de cualquier cosa que pudiera decirle era nada. Por eso, por la nada, me quedaba en silencio, sólo mirándole los zapatos, siempre sucios. Y tú qué, repetía el profesor circunspecto. Y ya entonces respondía: Kiwi.

El silencio perduró hasta mi primera -y media- carrera de comunicador audiovisual, donde recuperé la pasión por las historias nada concretas, cuyo significado era intangible y no se preocupaban del meollo, sino de contar -muchas veces anécdotas que no llevaban a ninguna parte pero que siempre escondían verdad-.

Guardo con cariño los cuadernos de aquella asignatura, Historia de la Comunicación, que impartía José Javier Sánchez Aranda. Notas de trabajo con las que recuperé la pasión por las historias. Y recuperé la pasión por las historias -no lo olvidaré nunca- con este párrafo que me hizo reír mucho y que, todavía, doce años después, sigue pareciéndome genial:

Para mejorar los servicios, especialmente ganar en celeridad, Havas utilizó los medios más avanzados entonces, el telégrafo óptico y las palomas mensajeras, gracias a los cuales reducía el tiempo de recepción de noticias en un quinto respecto al transporte terrestre habitual. Con la aparición y uso del telégrafo eléctrico, a partir de 1845, este proceso se mejoró aún más, no sólo por ser más rápido, sino también por depender menos de las condiciones climatológicas.

(De Notas de trabajo, Desde los orígenes del periódico hasta la edad dorada de la prensa, José Javier Sánchez Aranda)


-En la imagen, Blanco sobre blanco, instalación de de Carlos Schwartz-

Monday, January 28, 2008

Catamaranes


(Y yo te regalo esta historia...)


Me enseñó fotografías de catamaranes, el mar y un bombón de chocolate:

¿Y bien?, le pregunté.

Estoy harta... harta de. Quiero desaparecer, vivir en un barco; el sol me adormece mientras las olas me acunan...

¿Estás bien?

Eso no es una pregunta, llevo días queriendo llorar y no puedo y no dejo de pensar porque es triste, es triste dejar todo esto, volver a la otra realidad... qué... futuro me espera, ¿eh?

Miré la del bombón de chocolate y le dije:

En realidad ninguno. No te espera ningún futuro.

Bueno, yo... sí que veo el futuro... yo sé...

¿Ves el futuro?

Lo veo: en barco las olas me acunan y el sol me abraza y es una sensacion tan ficticia que cuando despierto el frío...

Ese no es el futuro. Ni ese ni otro. No hay futuro.


Podría serlo...

El futuro se hace, se planea, se sueña, pero nunca es...

¿Y tú, me quieres?


Tu siempre quieres saber todo.

Sunday, January 27, 2008

Cuestiones en el taller 2. Nostalgia


De los sueños de mi adolescencia, hay uno que ya jamás se podrá cumplir: ser padre joven, muy joven, a la edad de veintiún años, veintitrés como mucho, estiraba yo en secreto. Desconozco de dónde procede la nostalgia de una paternidad temprana, que se instaló en el apartado de deseos descabellados -recuerdo- justo cuando transcribía mi D.N.I en el papel, todavía en blanco, del examen de Filosofía de Selectividad. También recuerdo que, en ese mismo momento, mi amigo David -estábamos sentados en la misma mesa- sacó de la mochila su libro de Filosofía y lo colocó, abierto sobre la silla que nos separaba, para copiar -con mucha tranquilidad- los raros vericuetos del pensamiento Kantiano.

Pero decía que he querido ser, sin ningún éxito, padre muy joven. Cierto que soy consciente de que se trata de una de esas cosas excepcionales que uno no puede hacer solo, pero aún así desapruebo mi indolencia para cumplir aquella promesa que me hice con hoja de examen y D.N.I por testigos.

Echando la vista atrás, compruebo sin consuelo que, desde entonces, las circunstancias nunca han sido las idóneas para ejercer la paternidad y hoy, tal vez, menos que nunca. Menos que nunca hoy que, al menos, ya siento más lejana la nostalgia de una paternidad temprana. Y la siento lejana porque ya no soy tan joven, ni puedo volver atrás -ni quiero- y, además, sé que es muy triste la nostalgia de lo que nunca jamás sucedió; muy triste y, sobre todo, absurda. Circunstancias menos idóneas hoy, que más que nada deseo estar no aquí, sino lejos, en otra parte donde nada me ate. Circunstancias nada idóneas hoy también, porque vivo rodeado de niños que me exprimen a diario. Rodeado de doscientos cuarenta niños pintores muy volubles de los cuales casi ninguno -o ninguno- quiere aprender a pintar, sino que se les preste atención. Por eso, el sábado pasado, sufrí en la academia un extraño vértigo sin nostalgia alguna, cuando tres niñas de cinco años me zarandearon a la vez, cogiéndome una de cada mano y otra por la bata, mientras se disputaban de quién era yo propiedad:

- Es mío, es mi papá.

- Mentira. Es el mío. Suéltalo.

- No, no, Javi es mi papi.



-En la Imagen, Picasso, padre nada joven-

Niebla verde/ Alegre


La niebla verde

cae tan lejos,

(25° 36′ 05″ S, 54° 34′ 07″ O


sobre bromelias y guatambúes blancos)

y sin embargo cubre

-aquí,

en este instante-

el inmenso vacío de lo aparente.

Long Walk Home



It was the same deep green of summer
'Bove me the same night sky was glowin'
In the distance I could see the town where I was born


-Bruce Springsteen-

Una canción para ti. Subo el volumen, alto, muy alto. Quizá la escuches.

Hotel Chevalier


Ella: Pase lo que pase al final, no quiero perderte como amigo.

Él: Te prometo que nunca seré tu amigo, en ningún caso. Jamás.

De Hotel Chevalier (si haces click, podrás ver el corto de Wes Anderson. Me gustó)

Friday, January 25, 2008

Te pisaria los pies



Marta
me explicó con buen temple las diferencias entre ría y río pero lo único que creí entenderle fue que, en las aguas ponzoñosas de la ría de Bilbao -eso en realidad no lo dijo, lo de aguas ponzoñosas-, se reflejaba no sólo la grúa Carola, sino también la gorra de Fito. Últimamente, ponen mucho esta canción en la radio, Me equivocaría otra vez, que me recuerda bien a Peter -bilbaino con papeles y declarado "fitipaldi": acabo de recibir mi certificado de bilbainismo. Yo, que no soy de Bilbao. Así se acallan las críticas de quienes afirman que es muy difícil ser de Bilbao sin ser de Bilbao -.

Te pisaría los pies
, me escribió en otra ocasión Peter, a propósito de una entrada, la primera que escribí sobre Fito.
Por eso siempre me río cuando llega esta estrofa salida del reflejo de la gorra de Fito en el agua ponzoñosa de la ría:

Ha sido divertido
me equivocaría otra vez,
quisiera haber querido
lo que no he sabido querer.
Quieres bailar conmigo,
puede que te pise los pies.

Gracias por su visita


Un tal Moñino -en realidad, Profesor E. Moñino, pues firmó así exactamente, Profesor E. Moñino- garrapateó, con letra menuda, a lápiz y en una servilleta de papel, esta rara anotación o microensayo sobre el amor que encontré, hace hoy seis años, en una de las dos mesas del Café Roch. Al releer ayer a Moñino, me pareció bien curioso que empezara su reflexión precisamente con unas palabras del caminante y escritor Robert Walser, al que conozco desde hace muy poco tiempo y por lecturas vila-matianas. El título, aprovechando el mensaje estándar impreso en la servilleta, era Gracias por su visita. O sea, quedando así:

Gracias por su visita

Ahora debo contar algo que tal vez despierte ciertas dudas (Robert Walser):

Querer es la consciencia de la absoluta presencia de otra idéntica sustancia al yo en nosotros, más allá del espacio, del tiempo y la compañía
(añadió, creo, con cierta sorna).

-Profesor E. Moñino-

Wednesday, January 23, 2008

Eres tanto frio cerca o lejos


Ella: Ahora necesito un poco de distancia.

Él: La infinita distancia se mide en grados centígrados.

El factor Walser



"A mi lo que más me interesa de él (Robert Walser)", me dijo Farnese como si no pasara nada, "es una frase que desde que la leí ha orientado mi vida. No sé si la conoce. La frase más o menos viene a decir que le gustaba vivir contrariando lo que los otros esperaban de él."

-Doctor Pasavento, Enrique Vila-Matas-

Seneca D.F.


Primera hora de la mañana en el estudio y segundo día confeccionando un listado exhaustivo de ilustradores que parece interminable. Salgo al porche de la plaza para fumar un cigarrillo mientras pienso, sin poder evitarlo, en Mar de la Serenidad, el nombre de la calle de México D.F. donde vive uno de los dibujantes que he registrado y a la que, imagino ahora, me gustaría huir para leer a Séneca, de quien recuerdo muy a menudo esta cita: A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde.

En ese momento, un diálogo entre dos mujeres interrumpe mis desvaríos. La que cruza la plaza dando grandes zancadas no se detiene cuando pasa junto a la otra, que sigue a lo suyo, pasarle el mocho al suelo de peluquería:

- Qué fresco

- Parece que va a hacer buen día

- El sol

- A mi con tal de que no llueva

- Bueno, chica


Bueno, me digo yo también. Bueno. Y vuelvo en silencio al Mar de la Serenidad.

Tuesday, January 22, 2008

Apuntes al amanecer


Antes del amanecer, las calles de Pamplona huelen a café, pan recién hecho y leche caliente. Sueños portátiles bajo el cielo azul de prusia recorren aceras como pasillos colgantes entre chorros de luz naranja.

Miro desde la ventanilla, mientras la radio en el autobús recuerda el desplome ayer de la bolsa, el mercado asiático cae con fuerza y hace temer otra jornada negra. Nadie escucha, vuelven la cabeza en silencio a otra parte muy lejos del Ibex 35, salvo una voz algo preocupada -al fondo- que pregunta en qué equipo jugaba antes Kanouté. Una chica rubia cabecea en su asiento abrazando el bolso y, a su lado, otra muchacha -esta morena y con auriculares- mordisquea una galleta de chocolate Oreo.
Busco parecidos razonables entre los viajeros, hoy me acompañan: Pablo Neruda, Javier Aguirre y Samuel L. Jackson. Quizás, alguno crea que con ellos vaga el espíritu del Che leyendo - o más bien fingiendo que lee- un libro de Woody Allen, pues no hace (hago) otra cosa que mirar de un lado a otro.

Bajo del autobús en Merindades, apretando el paso hacia la parada de la número 3, en Paulino Caballero. Ahora yo también soy un sueño portátil, pienso. Empieza un día menos para verte.


-La foto no es de un amanecer pero sí -averiguo consternado y envidioso- de Caravinagre, que tiene (descubro en Flirck) fotos preciosas de Pamplona-

Sunday, January 20, 2008

Notas de un tramposo 4


Me salto el cuarto texto de Notas de un tramposo -podría haber quedado algo curioso pero en su momento no supe estructurarlo-. La quinta nota (4) que esbocé en el cuaderno ficticio -en realidad, un documento Word- también puede considerarse rara, o muy rara (y duele como un navajazo la lectura de cierto verbo que aborrezco -quizá creyese entonces que utilizando palabras duras me volviese más duro yo también, o más frío; que podría distanciarme de aquella realidad que entonces dolía tanto-). Escribí, o escribió aquél que fui, decía, sobre el amor y lo que se parece mucho al amor pero no lo es en absoluto. Recuerdo que, al teclear, pensaba en dos relatos de Raymond Carver que me impresionaron mucho -aunque el resultado se parece poco o nada a Raymond Carver-: De qué hablamos cuando hablamos de amor y ¿Quieres hacer el favor de callarte , por favor?
Había leido mucho a Carver pero, para escribir como él y lo que él, había que ser él. O, como diría el poeta chileno Juan Luis Martínez, no sólo ser otro sino escribir la obra de otro.

El texto es este:


4

J.

Espero una llamada. Su llamada. Es importante. Pero el teléfono permanece callado. Un testigo silencioso: lo que fue ya pasó. Pasó, simplemente. Ese momento ha llegado. El momento en que yo quedo atrás.


Roberto

Me olvidará, la olvidaré. Nadie es imprescindible, ¿entiendes?


J.

No. No va a llamar.


Laura

Quiero follarme a Markel. Necesito sexo, sólo eso. Eso es todo.


Ana

Pablo está muy raro, me sigue a todas partes. Lo está pasando mal, no sé. Está mal. Ahora me apetece conocer a otras personas pero el siempre en medio. Joder, yo en Italia lloré muchísimo por lo nuestro pero ahora.


J.

El miércoles me hizo dos llamadas. No cogí el teléfono: primero estaba en la siesta, luego, comprando unos regalos para mi hermana. La llamé después, también dos veces. Me dijo que estaba en la estación de autobuses.

Un día ya no me necesitarás. Las cosas empezarán a irte bien, seguro. Entonces dejarás de llamarme. Encontrarás a otro y será como si dejase de existir.

-En imagen, Ray y Tess-

Alguna vez

Ayer volví a disfrutar éste diálogo memorable:

(En la barra del Saloon de Tombstone)

Wyatt Earp:
Mac, ¿Ha estado enamorado alguna vez?

Mac (barman): No, yo siempre he sido camarero.

-My darling Clementine, John Ford-

Saturday, January 19, 2008

Hey ya!/ ellas



Camino del taller, a la altura del Soto de Lezkairu, ha comenzado a sonar esta canción en la radio del C3 de Vero, mi compañera de trabajo.

- ¿Cómo se llaman los que cantan ésto?

Le he preguntado, Cómo se llaman los que cantan ésto, interrumpiendo bruscamente la conversación que manteníamos hasta ese momento.

Llevaba yo tres años preguntando y olvidando el nombre del grupo. Sólo recordaba su origen, Atlanta, porque me lo dijo John con orgullo sureño una tarde sanferminera: Oh, ellos son de mi ciudad, Che.

Pero a Vero no le he explicado nada. Sólo le he preguntado, cómo se llaman los que cantan ésto.

- Outkast.

- ¿Cómo?

- O-U-T-K-A-S-T. OUTKAST.

- ¿KATS?

- No, KAST

- Bueno, ¿me lo escribirás en un papel después de clase?

Y se ha reido, claro. Ella siempre se ríe.

Ahora sé que Hey ya! es el nombre de la canción que me devuelve con nitidez los alegres jueves universitarios en Bilbao, las caderas en corro de mis amigas descendiendo en zigzag como péndulos, con una mano dibujando el ritmo de las olas y, con la otra, tapándose las narices para sumergirse ya todas, así, en el mar más dichoso de mi juventud.


Hey ya!

We get together
Ohh, we've been together
But seperate's always better when there's feelings
InvooooooOOOOOOOoooooooOOOOOOooooooOOOOOlved
If what they say is ("Nothing is forever")
Then what makes, Then what makes, Then what makes
Then what makes, Then what makes, LOOVVEEE?
(Love exception)

La piedra


Hurgando en mi Colección Centenario, de Espasa, aparece -entre Discurso del método/Meditaciones metafísicas, de René Descartes, y Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam- el mechero ya olvidado de propaganda de la cafetería Esperando... té. Con gran regocijo, releo una vez más su críptico mensaje:

La piedra es amor.

Porque me recuerda, ahora ando buscando el librito de autoayuda (muy portátil, pues cabe en un bolsillo) que me regaló Silvia, la mejor amiga que tuve en la Facultad de Comunicación. El librito, de Paul Johnson -no el periodista historiador, sino otro que se hace llamar el gurú del bienestar- contiene un centenar de frases que intentan solucionar la vida del lector. Lejos de levitar, las meditaciones del gurú me hacen reír como un poseso. Esta es mi cita favorita:

Haz el amor con un árbol.


Así, uno mechero (de propaganda) y gurú (del bienestar):

La piedra es amor. Haz el amor con un árbol.

Y me siento más cerca de la felicidad.

Friday, January 18, 2008

Cuentale


Ceno con mamá:

Me gusta hablar contigo a solas porque siempre te sonsaco algo. A ver, cuéntale a tu madre. Quién te llama.

Sé bien que trampea, quién te llama. Agacha un poco la cabeza pero no la mirada, el tenedor -con un trocito de tortilla francesa- en la mano, a medio camino entre el plato y la boca.

Nadie. Todo el día trabajando.


Y cojo una loncha de york.

Últimamente estás muy enigmático.

Te amare (cantiamola)



En un ramalazo tal vez cursilón que no ambiguo, me da por escuchar en bucle esta tierna canción de Miguel Bosé, que aquí interpreta para la televisión pública con Laura Pausini, a quien un profesor de la universidad y del que aprendí mucho, solía comparar indignado con Rita Pavone: A dónde va ésta ahora, decía interrumpiendo la clase, Rita Pavone ya fue. Pero a mi me gusta esta canción un tanto cursi, fuera o no fuese Rita Pavone la que interpretara aquella noche para la televisión pública con Miguel Bosé.

Thursday, January 17, 2008

Cuestiones en el taller 1. Cuantas veces



No sé a cuento de qué y en medio de clase, la pequeña Gisela, de cinco años -séis según el calendario chino-, buscó gritando el asentimiento de Paquita, su madre, sentada al otro extremo de la mesa:

Mamá, ¿A que lo importante es ganar?

La Paquita quedó caliza: pálida y petrificada, ante las miradas atónitas y muy desconfiadas del resto de los niños, todos boquiabiertos. Sin darle tiempo a corroborar o desmentir esa tésis perniciosa, Lara lanzó otra pregunta a su amiga Gisela en voz muy alta, que a mí me pareció brillante:

¿Cuántas veces?

Reí mucho para mis adentros con aquella ocurrencia de Lara, a pesar del desconcierto general: ganar cuántas veces. Pensé luego que, desde muy pequeño, en el colegio me explicaron que lo importante era participar. Y divertirse. Mucho, enfatizaban los profesores más osados: lo importante es participar y divertirse, repetían obstinadamente. Mucho. Yendo a Jesuitas, relacionaba todas aquellas enseñanzas iniciáticas con la religión, que a mi tanto me gustaba, incluso con el misterioso y muy enrevesado concepto de bondad: si pierdo, encuentro. Sin embargo, a medida que transcurrieron los cursos, descubrí la volubilidad del enunciado. Participar no era importante, sino obligatorio, sobretodo si se quería ser alguien en la vida. Y también importaba ser competitivo, siempre y cuando se ganara siempre o casi siempre. Ante la perspectiva angustiosa de no ser en la vida, gran parte de mis compañeros compitieron y algunos ganaron de vez en cuando, no recuerdo qué, a costa de envejecer deprisa, cansándose pronto de todo pero siendo algo, cualquier cosa en la vida.
En cuanto a mi, lento y concienzudo en el aprendizaje, aún acababa de asimilar la vieja premisa que invitaba a lo importante, participar, y ya sólo me divertía el consuelo de perder. Mucho. Si alguna vez ganaba por error en algo o en cualquier cosa, me consumía la trémula sombra de la culpa. Por eso, el día justo antes de mi quinto cumpleaños -sexto según el calendario chino-, decidí súbitamente no participar ya nunca más, ser nada en la vida: ganar ninguna vez.

Wednesday, January 16, 2008

Notas de un tramposo 3



La primera parte del tercer texto, el 2, de Notas de un tramposo -que omito- viene a ser una reflexión un tanto cursi, excesiva, de mi segundo año en la Facultad de Bellas Artes de la UPV (Bilbao). En cambio, el segundo párrafo es raro y, sobre todo, me hace reír. Por eso me gusta. Coincide que, como ahora, también entonces leía con fruicción a Vila-Matas. Gonzalo, amigo y mentor literario, me había regalado Historia abreviada de la literatura portátil, lectura que completé con Bartleby y compañía, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos, Lejos de Veracruz y El mal de Montano.


2

A veces, echo de menos el universo de óleos y lienzos que habitaba hace casi siete años, al que he regresado de puntillas muy de vez en cuando, sólo por la nostalgia de volver a sentir el pincel atravesado por el pulso del óleo y la trementina. Sin embargo, Gonzalo –también pintor en otra vida- me envenenó con su aguijón de fiebre literaria, alimentada con lecturas interminables y noches de insomnio. En la madrugada de un sábado eterno, ebrios de vino picado y en un bar de la peor calaña, descubrimos que sólo había algo más placentero que los libros: hablar de libros. Aquel sábado, nosotros, escritores furtivos de párrafos incompletos, pintores en otra vida, claudicamos al mal de Montano. Ahora, escudriño vehemente los estantes de las librerías, colecciono historias ajenas e invento frases sin sentido que prefiero no escribir, como aquellos bartlebys vila-matianos, hijos sin hijos de Melville.

Tuesday, January 15, 2008

Mañana otra vez


- Soñe contigo. Te colaste así, como si siempre hubieras estado.

- A veces me quedo atrapada en tus sueños sin saber por dónde tirar.

Monday, January 14, 2008

Notas de un tramposo 2


Rescato de Notas de un tramposo también íntegra la segunda (nota), la 1 en realidad, y que he leido perplejo de principio a fin, como si no la hubiera escrito yo, o yo no fuera él cuatro años atrás:


1

Desde hace años, tengo el propósito de escribir todos los días pero, hasta ahora, siempre he naufragado en el mar perezoso de las buenas intenciones. El ejercicio serio de la escritura requiere paciencia, orden y tesón, a parte de tener algo interesante que decir y, además, saber contarlo. Si bien no me faltan paciencia y tesón, he de confesar que carezco completamente de sentido del orden, deficiencia que, si no se repara, arrastra indefectiblemente al más ruinoso de los fracasos. Decir, todos tenemos algo que decir; saber contarlo es resultado de la suma de cierta propensión natural y muchos años de trabajo.
Por lo demás, no considero que mi vida sea más interesante o extraordinaria que cualquier otra, sencillamente, es la única que me dieron hace 25 años.
Se que habrá quien juzgue estúpido, incluso vergonzoso, a mi edad, quemar las horas encerrado en una habitación y en algo tan poco lucrativo, tan poco serio como machacar el teclado; dirán que tengo la cabeza llena de pajarracos inmundos; que más me valdría buscar un trabajo honrado, novia –por supuesto- y fingir así, al menos, que soy un joven de provecho con eso que llaman futuro. El hecho de frecuentar la facultad de Bellas Artes tampoco mejora mi imagen. Esas palmaditas en la espalda acompañadas del “ahora haces lo que te gusta” resuenan en su suave y rítmico golpeteo a diapasón psiquiátrico.

Creo que voy a dejar de fumar.

No lo se


Me acuerdo muchas veces de éste chiste que, por pudor, nunca cuento a nadie:

- Mira lo que he comprado, dice el gallego.

- Caramba, dice el otro, pero qué diantres es eso. Para qué sirve.

- No lo sé, pero me lo vendieron barato.

Y pienso que expresa bien el origen, asimiento y posibilidades de las ideas que nos ofrecen para que no tengamos unas propias. Pulule la progresía.

Me basta asi


Es la poesía más bella que conozco. La colgué aquí ya. Hoy, Ángel González, para los que no la leyeron entonces:


Me basta así


Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo, mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.)

Sunday, January 13, 2008

Encuentro


Un único instante en el espacio para un sólo lugar del tiempo.

I'll take you down the only road I've ever been down



Soñé con interpretar por las calles de Pamplona el papel desinhibido de Richard Ashcroft.


No change, I can change, I can change, I can change,
but I'm here in my mould, I am here in my mould.
And I'm a million different people from one day to the next
I can't change my mould, no,no,no,no,no,no,no


Bittersweet symphony, The verve.

No derrotado


Como Santiago, el protagonista de El viejo y el mar (Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez). Así me enfrento al lienzo terco que aboceté hace ya once meses y comencé a pintar sólo unas semanas después.

Desde aquel día, el cuadro ha sido cientos de cuadros diferentes, siempre el mismo: ninguno. Capas y capas, como páginas casi idénticas de un diario neurótico de manchas, texturas, veladuras, luces y formas. La historia de muchas historias: Carlos y Verónica; la pintura y yo. Un encuentro para siempre frente a la búsqueda obsesiva de algo que no sé que es y que quizás ni siquiera exista. Por otro lado, la memoria de la amistad -a pesar de los pesares- y el prólogo de una nueva biografía (pues este regalo de pedida de mano les llegará con el primer hijo).

He deseado abandonar muchas veces esta lucha pictórica, el cuadro -casi psiquiátrico- del que cuelgo desde hace un año, pero entonces recuerdo otra frase de El viejo y el mar: El hombre no está hecho para la derrota; un hombre puede ser destruido pero no derrotado. Frase a la que, leo ahora estupefacto, también se aferró Vila-Matas, según relata en París no se acaba nunca:

Leí muchas veces esta frase sobre todo al final de mis días en París, cuando empezó a invadirme cierta sensación de absurdo mezclada con la de fracaso, y a todas horas tenía que decirme que no había sido derrotado, simplemente porque no había entrado en ninguna batalla. Pero esto no era un consuelo suficiente porque quedaba siempre la sensación de absurdo, de lo que podríamos llamar también una sensación de para qué.


Por suerte, a mi no me invade la angustia de para qué sino más bien la impaciencia del cuándo.

-La fotografía es de Blau-

Saturday, January 12, 2008

Notas de un tramposo 0


Encuentro en el ordenador un archivo raro con fecha imposible (1-1-1980). Lo abro: Notas de un tramposo, pone. Y me río solo. Lo llamé así, recuerdo, por Paco Sánchez (la última vez que nos vimos, en el hall de la biblioteca antigua de la Universidad, me llamó eso, tramposo. Eres un tramposo, dijo. Y me dio un abrazo). El archivo, decía, se trata de un cuaderno* de escritor que comencé un mes de julio hace casi cuatro años y abandoné por desidia y para siempre pocos días después. La primera nota es esta:

0

Fortuna, siempre caprichosa en sus designios, ha decidido que viva los sanfermines bien arrimadito a la plaza de toros, corazón de las fiestas, ganándome unas perras de vigilante en el parking subterráneo. Vaya.

La misión es muy sencilla pero, sin duda, de lo más emocionante: vigilar aquel infame agujero doce horas al día, luciendo uniforme y armado sólo con mis redaños. Dicen las ordenanzas que obligaré a limpiar, si se tercia, al guiri desaprensivo que mee en las esquinas o vomite las paredes; que sacudiré con desdén al infeliz que trate de dormir la borrachera nocturna bajo las luces fluorescentes y, si algún ladronzuelo intenta afanarse un coche, deberé intimidarle y, en caso extremo, utilizar mi fuerza bruta.

En realidad, creo que me voy a aburrir mucho, por eso he comprado un cuaderno de tapas negras y duras, muy discreto; para escribir a hurtadillas estas notas.



*Poco romántico documento de Word

Carta sin despedida. Mi poeta


1

Ochenta y dos años. Tanta belleza.


2

CARTA SIN DESPEDIDA


A veces,
mi egoísmo me llena
de maldad,
y te odio casi
hasta hacerme daño
a mí mismo:
son los celos, la envidia,
el asco
al hombre, mi semejante
aborrecible, como yo
corrompido y sin remedio,
mi querido
hermano y parigual en la desgracia.

A veces -o mejor dicho:
casi nunca-,
te odio tanto que te veo distinta.
Ni en corazón ni en alma te pareces
a la que amaba sólo hace un instante,
y hasta tu cuerpo cambia
y es más bello
-quizá por imposible y por lejano.

Pero el odio también me modifica
a mí mismo,
y cuando quiero darme cuenta
soy otro
que no odia, que ama
a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,
igual que tú,
el cabello largo.
Cuando sonríes, yo te reconozco,
identifico tu perfil primero,
y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como sigues
siendo,
como serás ya siempre, mientras te ame.


-Ángel González-

Friday, January 11, 2008

Desaparecer


Advertido del peligro ominoso de vivir una vida literaria, mandó todo al cuerno y desapareció en sus escritos.

Entonces, que


No te enamores nunca de ella. Tampoco de mi.

Entonces, qué.

Nada.


Y me besaste.

Recuerdo el sueño subiendo la cuesta de Labrit en la línea 3, mientras leo pausadamente Doctor Pasavento, de Vila-Matas. Y sigo recordándolo cuando me bajo -allí mismo, frente a la plaza de toros- y guardo el libro en el bolso y miro los letreros luminosos de Katos y Cavas. Los letreros de los bares de la cuesta de Labrit, nada luminosos a las diez de la mañana. Descontextualizado, como los bares, recorro el casco viejo de Pamplona recordando. Recordando ese sueño bajo una luz azulona y áspera que parece de tarde.

Thursday, January 10, 2008

Autopromo



Solo momentos/ La vida en juego


1

Tan conmovedoras con sus bolsas de Zara. Apenas un momento y el autobús arranca. Otro día.


2

Donde pongo la vida pongo el fuego
de mi pasión volcada y sin salida.

Donde tengo el amor, toco la herida.

Donde pongo la fe, me pongo en juego.

Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.

Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
no me doy por vencido, y sigo, y juego
lo que me queda: un resto de esperanza.

Al siempre va. Mantengo mi postura.

Si sale nunca, la esperanza es muerte.

Si sale amor, la primavera avanza


-La vida en juego, Ángel González-

Wednesday, January 09, 2008

El canodromo. 1000 (y una) historias, algunas noches menos


Y una - ésta-: la mil que pasó tan deprisa, sin darme cuenta siquiera.

La palabra destruye las variables físicas espacio-tiempo. La palabra se somete al principio de incertidumbre. Como tú y como yo.

Tuesday, January 08, 2008

Volados


- La religión es el opio del pueblo...

- Sí. Y dios es la hipoteca

- ... vuelo...

Pero que no saben como

Dijo que los hombres desean ser serios, pero que no saben cómo. Entre sus actos y sus ceremonias está el mundo, y en este mundo sopla el vendaval y los árboles se tuercen al viento y todos los animales que Dios ha hecho vienen y van y sin embargo los hombres no son capaces de ver este mundo. Ven lo que hacen con sus propias manos o aquello que nombran, y se llaman a voces unos a otros, pero el mundo les resulta invisible.

Cormac McCarthy
,
En la frontera:

Elementos


Don Lorenzo, nuestro profesor de ciencias en octavo de E.G.B, nos enseñó una rima mnemotécnica para formular elementos de la tabla periódica:

El pato tiene pico y el oso, osito.

Nunca supe aplicarla en los problemas de química más elementales, ni tampoco en la vida diaria. Pero soy incapaz de olvidarla.

Necesito contarte las cosas más tontas, aunque estés lejos ¿sabes? Quiero que lo sepas todo.

Monday, January 07, 2008

Brecha de luz 2


Me gusta la extraña ocurrencia de Calderón:

Afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar.

Me gusta porque me gusta también esta otra de T.S Eliot:

El tiempo presente y el tiempo pasado
están ambos presentes en el tiempo futuro,
y el tiempo futuro está contenido en el tiempo pasado.
(...)
El pasado y el futuro,
lo que pudo haber sido y lo que ha sido,
apuntan a un solo final, que está siempre presente.

Brecha de luz


Engaño a la vida para morirme contigo. Queda tiempo.  La eternidad entera. Sólo te espero a ti.

Sunday, January 06, 2008

Todo ira bien/Axioma



Lo dice Chenoa.

Y Chenoa mola.

¿O no?

Pues eso.

Son


Mientras los demás todavía sueñan en la madrugada, se acumula envuelta en papel de regalo la memoria de otros amaneceres a lo largo de casi treinta años. Medito sobre la secreta identidad de los Reyes Magos. La realidad supera la ficción.

Saturday, January 05, 2008

Cuando leas sere Cortazar


Todo lo que de vos quisiera
es tan poco en el fondo

porque en el fondo es todo

como un perro que pasa, una colina,
esas cosas de nada, cotidianas,
espiga y cabellera y dos terrones,
el olor de tu cuerpo,
lo que decís de cualquier cosa,
conmigo o contra mía,

todo eso es tan poco
yo lo quiero de vos porque te quiero.

Que mires más allá de mí,
que me ames con violenta prescindencia
del mañana, que el grito
de tu entrega se estrelle
en la cara de un jefe de oficina,

y que el placer que juntos inventamos
sea otro signo de la libertad.


Una carta de amor
, Julio Cortázar

Goma de miga de pan



Eres
mi goma de miga de pan

Wednesday, January 02, 2008

A proposito de un tal Paco


No es del todo cierto que nunca jamás me hayan llamado genio. Recuerdo bien una de las primeras mañanas de primavera -de esto hace casi nueve años, cuando estudiaba Comunicación Audiovisual- que, saliendo de la biblioteca de la Universidad, me encontré con Paco a contraluz. La recuerdo bien porque no pasaba yo un buen momento e iba siempre de un lado para otro encogido de hombros. Paco paraba el sol en las escaleras, vigilando el horizonte con una mano en la frente y otra en la cintura. Llevaba la camisa remangada, blanca o a rayas muy claras. Resplandecía. Me acuerdo de eso, no sé por qué, de la camisa.

¡Paco!

Nuestra relación era rara: hablábamos sin saber bien qué pensaba el uno del otro.

Hombre, se dio la vuelta. Qué tal, Javi, cuánto tiempo.

Aquí andamos...

Aquí andamos. Es muy navarro eso de "aquí andamos". Qué gracia.


, sonreí.

Hace un día precioso, ¿verdad? Tenía ganas de ver una luz diferente a la del flexo. Me sienta fatal.


No supe qué decirle.

Dónde estás, preguntó como si de repente hubiese perdido algo.

Me pareció una pregunta existencial. Dónde estás. Dudé un poco.

Sigo
, le dije, estoy en segundo... repitiendo. No logré reprimir la vergüenza.

Bueno, eso te pasa porque eres un genio. Los grandes genios sóis así.

Siempre


La necesidad de escapar. Esa sensación, esté donde esté, de querer estar en otra parte.

Tuesday, January 01, 2008

Deberia caersete la cara de vergüenza


Meses atrás, me pidieron que hablase sobre Sergi Pàmies en un programa de radio. Les dije la verdad: sólo he leído El último libro de Sergi Pàmies. Y así acabó el asunto.
Hoy he madrugado para leer Debería caérsete la cara de vergüenza, primer libro de Pàmies. Hoy, 1 de enero, pues hace tiempo descubrí el extraño y mucho gusto de empezar el año despertando al amanecer, fresco y despejado.
Sin embargo, ayer fisgué en la bolsa de disfraces –costumbre de Pamplona, en Nochevieja (no la de fisgar, que también, sino la de disfrazarse)- tentado de caracterizarme con los restos que quedaron de mi en las ebrias madrugadas de año nuevo. Deconstruirme, pensé, con los harapos despojados de dignidad que resistieron los envites de aquellas noches para recordarme, todavía ahora, cierta tendencia mía a la decrepitud en las madrugadas de güisqui y gintonic.
Pero quería madrugar para leer a Pàmies y, en vez de deconstruirme, pedí a Puppy que me suplantara en la noche oscura, vieja y carnavalesca de fin de año. Tú serás yo, le dije. Yo disfrazado de ti. Y le dejé marchar en mi lugar, sin más instrucciones que el nombre del bar donde habían quedado mis amigos y sabiendo bien que él es abstemio, salvo por la copa de patxarán en el Mus. Le dejé marchar así a Puppy, que era yo, para demostrar al mundo que yo era otro, capaz de disfrutar el jolgorio de postín pamplonés a base de botellines de agua mineral.

Le he sentido llegar a las ocho de la mañana. Cuando he bajado a desayunar, había sobre el taquillón una servilleta con números de teléfono y nombres de mujer, algunos garrapateados con el canto de una barra de carmín y todos acompañados de anotaciones ingeniosas. He ido a hablar con Puppy de inmediato, que leía a Faulkner mientras preparaba el café:

-¿Cómo, Puppy?

- Quedan damas.



La fotografía es de Eduardo Buxens, publicada hoy en Diario de Navarra.