El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Tuesday, March 31, 2009

¡Quítate 'de' problemas!



Haz lo que te salga de los (...)* y cuéntaselo luego a tu muñequito Freud. Con mucha paz.


* El abanico de vocablos posibles con los que rellenar estos paréntesis son ilimitados. Elige tú mismo, sé libre.

(La imagen, de aquí)

Monday, March 30, 2009

Gonzalo de Pedro, ese señor que hace cine



Que Gonzalo de Pedro es un degenerado lo sabía yo hace mucho tiempo. Público se hace eco hoy.

Hablo con él, a ver qué piensa:

J.: O sea, que eres un degenerado

g: Claro

J.: Y estás tan contento ¿Qué puedes decir al respecto?, ¿algo en tu defensa?

g: Que lo soy

J.: ¿Te gusta que te lo hayan dicho?

g: ¡Claro!

Dejémosle ser a este señor y disfrutemos de su cine raro (y genial, por supuesto), aquí: gonzalodepedro.blip.tv



(La foto es de Pedro Portellano)

Las Correcciones



No encontré Cómo estar solo, de Jonathan Franzen (Sin embargo, hay que estar solo. Muchas veces apago la televisión porque, paradójicamente, en lugar de incorporarme, me hace sentir solo. En cambio, si leo un buen libro me siento acompañado, cerca de otra gente que siente y que ve el mundo de manera parecida a mí), que me recomendó Josean, así que leo Las correcciones (2001). Galardonada con el National Book Awards, esta novela gordota es considerada por muchos la primera gran novela americana del siglo XXI. Bueno.

Disfruto más pensando Las correcciones (los protagonistas provocan una fuerte empatía) que leyendo Las correcciones. Le sobran páginas (la edición de Seix Barral, 734) pero tiene pasajes brillantes.

Merece la pena, sí. Si dispones de tiempo. Tantos libros...


Nota: Me gusta Franzen, y leeré, sin duda, Cómo estar solo.

Sunday, March 29, 2009

Leer Cartas de la monja portuguesa



Me topo en la biblioteca un tesoro brevísimo.

¿Cómo es posible que con tanto amor yo no haya podido haceros completamente feliz?

(De Cartas de la monja portuguesa, ¿Mariana Alcoforado?)

Saturday, March 28, 2009

Humana voz



Duele la cicatriz de la luz,
duele en el suelo la misma sombra de los dientes,
duele todo,
hasta el zapato triste que se lo llevó el río.

Duelen las plumas del gallo,
de tantos colores
que la frente no sabe qué postura tomar
ante el rojo cruel del poniente.

Duele el alma amarilla o una avellana lenta,
la que rodó mejilla abajo cuando estábamos dentro del agua
y las lágrimas no se sentían más que al tacto.

Duele la avispa fraudulenta
que a veces bajo la tetilla izquierda
imita un corazón o un latido,
amarilla como el azufre no tocado
o las manos del muerto a quien queríamos.

Duele la habitación como la caja del pecho,
donde las palomas blancas como sangre
pasan bajo la piel sin pararse en los labios
a hundirse en las entrañas con sus alas cerradas.

Duele el día, la noche,
duele el viento gemido,
duele la ira o espada seca,
aquello que se besa cuando es de noche.

Tristeza. Duele el candor, la ciencia,
el hierro, la cintura,
los límites y esos brazos abiertos, horizonte
como corona contra las sienes.

Duele el dolor. Te amo.
Duele, duele. Te amo.
Duele la tierra o uña,
espejo en que estas letras se reflejan
.


(Vicente Aleixandre. Agragradecido a Bettyboop)

Cuando la luna es de melón





Cuando la luna es de melón una tajada en la ventana

Y en redor es la calina cerrada la puerta y la casa encantada

Por las azules ramas de glicinas y en la fuente de arcilla hay agua fría
Y la nieve del paño y arde una bujía de cera

Tal que en la niñez, mariposas zumban

La calma, que no oye mi palabra, retumba

Entonces de lo negro de rincones rembrandtianos algo se ovilla de pronto

Y se esconde allí a mano, pero no me estremezco, ni me asusto siquiera...

La soledad en sus redes me hizo prisionera

El gato negro el alma me mira, como ojos centenarios

Y en el espejo mi doble es tal vez mi contrario.

Voy a dormir dulcemente, buenas noches, noche.


(Ana Ajmatova)

Friday, March 27, 2009

Naranjas de la china



Ya no escribo (casi). Como muchas naranjas. Leo poco, madrugo menos, dibujo más. Recuerdo cuando fumaba.


Pero es que llegó un momento en que imaginaba a las -guapas, muy guapas- camareras del Eguzki* apostándose las propinas de la semana a pares o nones, haciendo una muesca en la pared (junto a la caja registradora), cada vez que visitaba la máquina de tabaco. Y eso sí que no.


* Bar- cafetería de Mutilva Alta.


(El dibujillo es mío)

Wednesday, March 25, 2009

Una bonita historia y II (1999)



Y ella aparece. Veo su carita de niña traviesa, pilluela gitana de ojos marrones y párpados caídos, nariz prominente, judía, labios carnosos; sonrisa de medio lado, tez morena, casi ocre, cabellos dorados; coleta de corcel salvaje. Un millón de pendientes cuelgan de sus orejas de elfo. Lleva un abrigo marrón de pana, un jersey beige y pantalones campana negros. Está borracha y yo, también. La miro y creo volverme a enamorar de su dulce y hermosa piel, de su voz juguetona.

Hablamos, la vida es bella. Ella dice sí. A los cinco minutos dejamos de existir para formar parte de una historia. Me da un beso en la mejilla. Se va el autobús. La engaño y la beso en la boca, me abraza, la quiero, tal vez, y pienso que soy un gilipollas. Me coge de la mano, nos vamos a casa envueltos en un sueño ¿Confías en mí?, pregunto; sí, dice. y otra vez nos besamos. Bajamos a una pradera inmensa, azul: le regalo las estrellas y me voy a mear a un lugar apartado. La quiero o no otra vez. Volvemos a la carretera, no hay nadie, no se oye nada y buscamos una margarita, todas duermen cerradas. Le doy el mundo. Llegamos al campus, saludamos al guardia jurado que sonríe al ver un par de estúpidos noctámbulos. Le hago un ramo de flores, la beso en el cuello y siento cómo respira y cómo su corazón late. Son las cinco de la mañana cuando llegamos al portal de su casa, me habla de su novio y se siente contrariada. Allí muere la historia, cuando la beso por última vez y me ofrece su abrigo. No lo acepto. Enciendo un ducados, la miro, bosteza. Buenas noches. Buenas noches.

Hace un frío del carajo, pienso, y estoy en el culo del mundo. Camino borracho y cansado: mis andares son torpes y voy tropezando constantemente y miro al suelo que da vueltas y quiere tragarme. Me escondo detrás de un seto para mear de nuevo, pero tengo la picha helada y no quiere obedecer mis órdenes; hay que joderse. Pierdo la noción del tiempo, me dejo llevar, sé que conozco el camino a casa.

Mil años después llego a los Caídos y ocurre un milagro. Al otro lado de la calle un hombre baja de su coche: un Lada blanco y destartalado, con motas de barro en los bajos. Me acerco al hombre con descaro, acordándome de un pasaje del Evangelio, pedid y se os dará. Buenas noches ¿Podría llevarme a Mutilva? Sube, dice. Le doy las gracias. Le cuento que vengo andando desde el Erreleku, de una fiesta; que estudio periodismo pero que el periodismo no me gusta, que es todo una mentira. El me da la razón, que hay gente muriendo en Kosovo, que las personas somos egoístas, que en realidad todos somos iguales. Arzalluz es un cabrón. Tengo un amigo que fue etarra, la derecha y la izquierda son sólo palabras vacías. Estudió en Jesuitas, tiene treinta y seis años; es fornido, su cara redonda y tiene dos lunares en la mejilla derecha. Lleva un jersey de lana, gris, y unos pantalones vaqueros. Nunca llegó a la Universidad, pero es feliz. Conoce al Cuco Ziganda, es buen chico, comenta. Le digo que me alegro de haberle conocido, que me llamo Javi y nos damos la mano: el es Pedro. Nos despedimos, muchas gracias, Pedro. Se va, me río.

Podía haberle dicho que en verdad soy pintor, que Héctor desapareció con Marta que Ana lo sabía todo, que Raúl es un genio. Que Laura quiere a Miguel y Miguel quiere a Laura. Podía haberle explicado que yo había amado a Carla hasta destruirme. Que había tenido una depresión, que me había sentido como un juguete roto, que, alguna vez –incluso-, había pensado en desconectar ésta máquina. Que Dios había vuelto a mi vida, que ahora era feliz. Que estoy enamorado de Verónica pero tiene a Ricardo, que es un buen tío. Que me gusta Belén pero me enrrollé con Nuria en el garaje de casa y jugamos con mi perro, Tyler, que luego regalé a un amigo. Que aquella noche había vuelto a querer a Carla pero no quise su abrigo, marrón, de pana. Que podría haber sido una bonita historia, le hubiera dicho, si yo hubiese tenido la oportunidad de cambiarla.

(J.,1999)

Una bonita historia I (1999)



Podría ser una bonita historia, quiero decir, si yo hubiese tenido la oportunidad de cambiarla. Sin embargo, he aprendido dos cosas: a no lamentarme y a ser sincero conmigo mismo. Mi historia es la de todos, con otros nombres, otras palabras. También se eso, que las palabras son solamente palabras. Puedo cambiar las palabras, pero no la historia.

Después de un martes y trece siempre hay un miércoles catorce y un jueves quince, así que la mala suerte se hace eterna. Ayer fue jueves, el jueves quince de abril de 1999. Ya no habrá otro: se fue con las horas para ser sólo recuerdo.
Allí está Miguel que quiere a Laura y Laura que quiere a Miguel y Laura dice que le conoce, que desea ayudarle y Miguel no se conoce y dice que alguien se metió en su historia y Laura pide una oportunidad y Miguel se desvanece en el humo de un de un ducados.

Oigo la voz de Héctor, veo sus ojos hundidos, negros, perdidos y brillantes buscando a Marta: quiere volverse loco, sufrir hasta explotar. Por eso, su mirada ahogada besa el dolor y dice que quiere llorar, que si, que la quiere de veras, que Marta está muy guapa. Y piensa que es una zorra porque despide las postales con besos. El amor no entiende de segundas veces, de la primera sólo quedan cristales rotos, pequeñas astillas clavadas en el Alma. Pero Héctor es un romántico de mierda y un poeta maravilloso y respira versos, y Marta le coge de la mano y luego desaparece con ella en un suspiro, entre figurines de mármol y algún hideputa.

Una chica se acerca a Raúl que está en la puerta del baño, pensando en Carmen y en Roma, que está en el quinto coño, y espera que algún cabrón encuentre por fín su pito y mee rápido. Chica dice que le atrae, que sabe que merienda garrotes de chocolate y café con leche, que le gusta su bufanda roja de Benetton, pero no puede imaginar que lo único que quiere Raúl es comer turrón. Con Carmen.

Ana tiene frío, le presto mi abrigo azul de paño, inmenso, y esconde sus ojos azules: lo sabe todo, explica, y que yo también. Hablamos de Descartes y descubrimos que, en verdad, no sabemos nada, y nos ponemos a bailar.

(J., 1999. La fotografía es de Iván Azcona)

Tuesday, March 24, 2009

El precio de la bondad/ El momento



1

Muy astuta era la abuela. Su voz de viejo tango recorría los pasillos con la fuerza de un latigazo, Jaaavii. Yo esperaba un poco a que la impaciencia cambiase mi nombre por el de otro hermano, pero eso no ocurría nunca. Iba arrastrando los pies hasta la cocina.

Acércate. Se acodaba en la mesa y sonreía con la punta de la lengua.

Ay... abueliña, abueliña...

Je.

Non che vale, filla, non che vale. Le decía yo medio en gallego. La hacía reír, pero pronto cambiaba el gesto y se ponía ceremoniosa y formulaba la pregunta mirándome a los ojos:

Tu eres bueno, ¿verdad?

... sí... abuela... sí...

Asentía ella paladeando la respuesta y con los labios emitía un chasquido. Ya estaba noqueado. Pues toma y ve a comprar setecientos gramos de lomo adobado a junto del Mithos*.

Y salía de la cocina, con el monedero de la abuela. Maldiciéndome.


*Nombre del propietario de una de las tres tiendas de ultramarinos que había entonces en mi pueblo.

(La imagen de O Bolo, de aquí)


2

Peter me dijo: Lo peor es que llega un momento en que ya no sabes si estás escribiendo algo que ya has contado hace tiempo... y te pones a rastrear el blog como loco...

Nos reímos.

Hoy me ha llegado ese momento.

Monday, March 23, 2009

Nicotino, nicotino



Semana sin humo. Jodido, que no contento. Los amigos se preocupan: llamadas, mensajes, canciones protesta, sentadas.

La noticia llega al Botxo y Marta me envía de contrabando el kit anti estrés del forofo del Athletic* (en imagen).

*También útil para los días de Viento Sur.

Sunday, March 22, 2009

La llamada



La noche había sido muy larga y muy oscura.
Quería oír tu voz. Que tus dulces palabras
me trajeran un poco de calma. Que el cariño
que sentías por mí viajara por teléfono
hacia mi corazón maltrecho y derrotado.
Quería oír tu voz y oí la de tu amante.


(Luis Alberto de Cuenca)

Saturday, March 21, 2009

Otro tiempo vendrá...



Otro tiempo vendrá distinto a éste.
Y alguien dirá:
«Hablaste mal. Debiste haber contado
otras historias:
violines estirándose indolentes
en una noche densa de perfumes,
bellas palabras calificativas
para expresar amor ilimitado,
amor al fin sobre las cosas
todas.»
Pero hoy,
cuando es la luz del alba
como la espuma sucia
de un día anticipadamente inútil,
estoy aquí,
insomne, fatigado, velando
mis armas derrotadas,
y canto
todo lo que perdí: por lo que muero.


(Ángel González. La imagen, de aquí)

Thursday, March 19, 2009

Tres dias sin



Leo Dejar de fumar

es Fácil,

si sabes cómo
,

de Allen Carr

Sin cuestionarme

nada

sin buscarle

los tres pies

al gato.


Estoy de perros.

Tuesday, March 17, 2009

El hijo de Dios (III)




¿Qué quieres tú?

Yo no quiero nada.

¿Entonces?

¿Me ves cara de necesitado?


Se quedó callado.

Pero él necesita veinte euros.

Quién.

Apareció Pepe.

¿Ese, dices? ¡Já!

Sí, ese mismo. Esto es la iglesia. Ésto ¿No? ¿Es una parroquia? ¿Sois cristianos?

¿Y la iglesia tiene que ayudar a todo el mundo?

Jesús lo hacía. El deber o lo que sea de la iglesia es ayudar al que lo necesita. Las obras de misericordia… y pedid y se os dará...

Mira, a ese le dimos hace tres semanas un billete. Le conocemos. Vino diciendo que iba a ver a su padre, que estaba muriéndose. Bueno. Nos enteramos de que todo era mentira. Todos los días damos billetes, de nueve a una. Hay un horario para eso. Hay normas y no las podemos saltar. Si le damos dinero se lo gastará en vino. Es un borracho, ¿qué esperas?

Las normas están para eso, para saltárselas.

Mira, tú, como él hay mil en la calle. Siempre la misma historia. Anda, lárgate. Largaos. No nos vengas a causar problemas, ¿eh?

No hay miles como él, vamos, de hecho, no hay ninguno. Él es único. Y ahora quien necesita dinero es él.

Me quedé callado, mirando unas órbitas que no me miraban y saltaron, vacías, de sus cuencas a un inmenso precipicio. Me giré y vi que Pepe ya no lloraba y salió de ahí dando gritos en un valenciano que no entendí.

¿Pero fue a Valencia?

Si.

¿Entonces?


Entonces, si crees todo lo que te dicen, eres un ingenuo.



Marcos, que lleva un rato conmigo y en silencio, me cogió del brazo. No te líes,tío. Una vez se me ocurrió ayudar a un tipo así y acabó sacándome dos mil euros.
Y bajamos las escaleras en silencio. Las mismas por las que acababa de bajar el Hijo de Dios.



Cuando regresaba a casa por la estrecha carretera de Mutilva no llovía. Marcos me había invitado a cenar en El Rodero: revuelto de morcilla, surtido de ibéricos, tabla de quesos y tostada mediterránea. Bebimos, entre los dos, una botella de Gran Feudo reserva del 98 y rematamos el banquete con un par de jamaicanos y un copazo de Chivas Regal.
Pensé en Pepe, en los veinte euros que pedía para volver a casa y no le dieron. Pensé en su historia y supe que todo era mentira, que no necesitaba los veinte euros; estaba pidiendo otra cosa.


(J., 2005. La imagen, de aquí)

Entrevista a Javier Muñoz, Director de Arte de kakalardoak.com



Ana me rehace -mejorándome, por suerte- en perfil para Faq-mac. La entrevista también puede leerse en el blog de kakalardoak

Ahí queda, para quien le interese...

Monday, March 16, 2009

El Hijo de Dios (II)



¿Usted es valenciano? ¿Parla voste- valeçia?

Le dije que no, que sólo entiendo un poco.

Necesito veinte euros, señor, y sólo tengo este euro que me acaba de dar usted. Lo juro por Dios. Y quiero volver a casa con mis padres, a valencia. Acabo de salir de la cárcel.

Le di otros dos euros, todo lo que tenía y ahora era verdad. Le dije que fuese a la sacristía y pidiese el dinero allí, que se lo darían, porque es deber de la Iglesia. Ayudar.

Necesito 20 euros y sólo tengo estos tres que me acaba de dar usted. Dijo algo más, pero lo dijo en un valenciano tan desencajado como su rostro.

Su cara se retorció en una mueca grotesca e infame pero el dolor es parte de la vida y la vida es Belleza. Pero eso no lo sabía hasta que me dijo:

Por favor, soy Valenciano, ayúdeme. Por la Virgen de Gracia, por la Virgen de los desamparados.

La Virgen de los desamparados. Por la Virgen de los desamparados, suplicó. Y entonces alguien que era yo y no era yo lo tomó del hombro y le dijo, suba conmigo. Vamos.

Subimos hasta el primer piso y una señora salió de una pecera y preguntó que qué quería y yo le respondí, quiero veinte euros para este hombre. Y ella dijo que no que no podía ni quería ni debía.

Entonces el hombre se fue al baño, que necesitaba hacer de cuerpo, musitó y desapareció escaleras abajo. Y me quedé con la mujer, que tenía cara de gente y una chaqueta azul de gente y unos pantalones vaqueros de gente.

Mire, vamos a hacer una cosa. Déle los veinte euros. Son para volver a casa.

Lo siento. No tengo.

Si, si que tiene.

No puedo darle.

Si, si que puede.

Ha venido antes.

Lo sé. Mire, tiene dos opciones. Hacer el bien o no hacerlo. Joder, esto es una parroquia. Es hijo de Dios.


Entonces dejó de ser gente y descompuso el gesto en algo que primero pareció desconcierto y luego dolor. Me dijo que esperase un momento, que iba a llamar a José Luis. Lo dijo con la voz a punto de quebrarse, lo dijo como si fuese a callar para siempre. Y llamó a José Luis, como Poncio Pilato pidiendo sin pedir la absolución de Cristo.

Apareció el tal José Luis, que tenía marca de busto griego, el semblante soberbio de un sofista con camisa a cuadros y pantalones de panadero; los ojos le saltabann azules de las cuencas, redondos y vacíos, tan redondos como vacíos y más vacíos que redondos. Tenía el busto griego y el cuerpo como el moisés de Miguel Ángel entrado en carnes. Me miró desde las alturas, me dolía el cuello.


(J.,2005. la imagen, de aquí)

El Hijo de Dios (I)



Habíamos quedado en la plaza de la Misericordia a las ocho de la tarde. Llegué demasiado pronto y llovía mucho, así que me puse a cubierto en un portal, mirando hacia la fuente, a donde tendrían que llegar Hugo y Marcos. Pero Marcos ya estaba allí, dos portales a mi derecha, en la parroquia de San Rafael. Le vi al asomarse y me vio cuando me asomaba.
Una parte de mi historia quedó apuntalada en las paredes del local del grupo Scout Rafael. Allí quedábamos Miquel, Hugo, Marcos, Esteban y yo antes de empezar nuestra vida universitaria. Los cuatro eran monitores y yo un topo que aparecía de vez en cuando para cenar, beber o charlar.
Ahora, más cerca de los treinta que de los veinticinco, aquel lugar ya no significa nada. Hace años que no nos reunimos allí y no creo que nunca más lo hagamos.
Pero ayer quedamos en la plaza de la Misericordia y Marcos y yo llegamos pronto.
Esperábamos a Hugo charlando cuando nos sacudió por la espalda una vaharada de vino y una voz estridente masculló algo ininteligible. Nos giramos: había un hombre que apenas levantaba metro y medio del suelo. Su rostro modelado en arcilla rozaba, calculé sumándole la barba rala, los cincuenta y pico años. Ojos prietos y colorados, mirada tallada a golpe de cincel; la boca, la delgada línea y el cabello, rapado a cepillo, decolorado y grasiento. Apenas tenía cuello y las orejas me parecieron diminutos trozos de carne con pendientes de aro. Sus brazos tatuados desde las muñecas, recuerdo el de una mujer desnuda que se quitaba el sujetador, eran cortos como tocones. Llevaba varias bolsas en las manos de labrador: pequeñas, roñosas y gordezuelas.

Señor, necesito ayuda para volver a casa.

Marcos le miró y cuando el otro le miró a él repelió la mirada.

Señor –ahora se dirigía a mi- necesito veinte euros para llegar a Valencia. Acabo de salir de la cárcel y no tengo dinero y lo necesito para volver a casa. Hoy he salido de la cárcel ¡Míreme, por Dios, míreme!

Marcos le miró otra vez y destensó los músculos de la cara.

¿Ha preguntado en el primer piso?

El hombre se puso más rojo todavía y rompió a llorar como una criatura del infierno, como un hijo de Satanás soltando espuma por la boca.

Vengo de allí, señor. He pasado delante suya, me ha visto, he pasado delante suya. No me han querido ayudar, se lo juro por Dios, y me han echado y no me han querido ayudar. Sólo quiero volver a casa con mis padres, a Valencia. Soy valenciano.

Dejó caer las bolsas al suelo y buscó la cartera hasta encontrar el carné de identidad que parecía un pez colorado, vivo y resbaladizo. Me lo enseñó. Efectivamente ponía Valencia y el de la foto se parecía a lo que alguna vez pudo haber sido aquel diablo. Dí la vuelta al D.N.I: Manuel y Ramona. Volví a mirar a Pepe –ahora tenía nombre, Pepe- con su línea-boca apretada y espuma en las comisuras de los labios que lloraba, pensé, como Cristo en el huerto de los olivos. Llora como una criatura del cielo, como un hijo de Dios soltando espuma por la boca.
Le dije lo único que se me ocurrió, que soy valenciano, que mi padre es de Altura. Un brillo fugaz cruzó su mirada, sus ojos eran alfileres al rojo vivo. Se derrumbó como un niño caprichoso y le ofrecí un cigarro que aceptó. Le doy un cigarro y un euro. Es lo único que tengo, mentí.


(J., 2005. La Imagen es de aquí)

Sunday, March 15, 2009

Esta ternura



Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie.

Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban
solamente una luna de colmillo, el té
frío de la vela al alba.
Tocamos instrumentos, para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?


(Julio Cortázar)

Saturday, March 14, 2009

No recuerdo



En un bar adonde nunca fuimos
senté nuestro recuerdo
yo jamás entré allí
no bebí su humedad
no escribí su silencio
No creo que lo hayas visto siquiera
sólo me pareció un buen lugar
-marrón y sombrío-
para dejar el no recuerdo
de un no amor.
Cuando paso por allí
Trato de no pensarte.


(Gisela Galimi)

Friday, March 13, 2009

Allendegui, el mantenido y Soraya



Huesca. Pesco a Leandro y Allendegui abordando a Soraya Sáenz de Santamaría después de ésto.

Nota: Donde digo Leandro digo El mantenido. Y viceversa. O qué.

Thursday, March 12, 2009

La posibilidad



Contemplas el vientre de la piñata. Imaginas el contenido. Evalúas la posible sorpresa oculta en su interior. Sujetas la vara reconociendo que nunca has sido hábil y eso, piensas, te concede la posibilidad de darte la vuelta y abandonarla ahí mismo, en suelo, y salir corriendo sin conocer jamás lo que, por un instante, había sido tuyo o no. Pero sabes, también, que eres de los que con el tiempo se detienen y miden qué han dejado atrás, todo lo que han perdido o podrían haber ganado si, y aunque en cierto modo se arrepientan, por otro lado, la memoria de esa derrota justificará una nueva huida en el futuro.

Giras por última vez para mirar a tu alrededor. Alguien se acerca con la venda. Y decides.


Dale, dale, dale,
no pierdas el tino
porque si lo pierdes,

pierdes el camino.



Dale, dale, dale,

no pierdas el tino,

por que si lo pierdes

pierdes el camino.



Dale, dale, dale,

dale y no le dio,

quítenle la venda

porque sigo yo.



(La fotografía es de Jutta @ flickr)

Wednesday, March 11, 2009

Mutatis mutandis. Breve cronica liverpooliana. Los octavos pasajeros...




Ultras que ultrajan. Merienda campestre. Iker llora, Raúl se disculpa; Boluda, boludo. La prensa zampa. Canto Hey Jude, me voy a la piltra.


(La fotografía es de AFP, publicada hoy en El Mundo)

Tuesday, March 10, 2009

Ruptura



Y ya no un rostro sino la voz, simplemente. La voz. Escuchar el recuerdo de su voz como si todos los músculos de la cara tirasen de una cuerda nudosa hacia dentro, manteniendo la tensión espacio tiempo, y luego, de repente, se relajaran para soltarla. Observar el estallido del universo.

Monday, March 09, 2009

Apuntes autobiograficos de un dibujante en ciernes



Juan Andrés dibujaba todo lo que le pedíamos, como José Ramón Sánchez, nuestro ídolo entonces, un ilustrador muy popular que salía en el programa infantil de televisión Dabadabada. Por aquellas, tener una caja de rotuladores era un privilegio.

Juan Andrés se acomodaba en el pupitre y nos preguntaba, ahora qué. Le bombardeábamos con nombres de personajes de series de televisión, dibujos animados y películas. Su favorito era E.T. Alberto y yo mirábamos absortos su trazo temblequeante. Nos parecía espléndido todo lo que hacía. Jugábamos con aquellos dibujos como si fuesen muñecos, o los colgábamos en el cuarto de estar, con pinzas en una cuerda de tendal: aquel era nuestro cine paleolítico. Luego nos regalaron el Super Cine Exin, pero nunca tuvo el mismo encanto. Admirábamos a mi hermano mayor. Era un mago. Era el hermano mayor. Alberto también dibujaba mucho pero era más intimista, creó un personaje, un oso genial llamado Pipo que hacía de todo. Pipo futbolista, Pipo cocinero, Pipo profesor...

Con cuatro años, en parvulario, me apuntaron a clases de pintura con ellos. Me sentía importante porque iba a pintar al colegio de los mayores. Hacíamos bodegones, paisajes y retratos a la cera sobre flisolina. Los profesores, Javier y su mujer, eran inseparables y arreglaban nuestros estropicios en un santiamén, aunque a mi no me hacía ninguna gracia que retocasen mis trabajos. Asistimos a esas clases durante dos años. Después, Juan Andrés y Alberto dejaron de dibujar. Creo que encontraron cosas mejores que hacer. Quedó vacante la plaza de artista en casa, así que tomé el relevo, hasta hoy.

(Dibujo original para Me mira raro)

Sunday, March 08, 2009

Cantar CXX



He intentado escribir el Paraíso.
No os mováis.
Dejad hablar al viento
ese es el Paraíso.

Que los dioses olviden
lo que he hecho.
Que aquellos a quienes amo,
perdonen
lo que he hecho.


(Ezra Pound)

Saturday, March 07, 2009

Cuanto sufre el amor



¡Cuánto sufre el amor
en los rincones!
hay días que se oculta
igual que un perro enfermo

duerme como
un reptil
sobre el mosaico

aquel murmullo
que nos guiaba cierto
entre la bruma

el mismo amor que se acurruca ahora
desorientado
sobre este desaliño de hojas secas

al que acaricias
su pálido pelaje
para eso
para que no se muera
así de solo


(Esperanza Ortega, de Lo que va a ser de ti,1995)

Thursday, March 05, 2009

La ultima guerrillera



Es la última guerrillera de una Pamplona cenicienta en la selva de la pintura. Inconformista, soñadora, revolucionaria, sincera, artista a la vieja usanza. Un carácter indómito; en esencia, sencillamente buena.

Ayer, Raúl, María, Belén y yo ayudamos a tensar el enorme cuadro que ocupa la pared del fondo. Jon y Humberto ultimaron el suelo. La sala ha quedado preciosa: los cuadros, la puesta en escena...

Hoy, 6 de marzo, a las 18.30, Iruña Cormenzana López inaugura exposición en el Polvorín de la Ciudadela (Pamplona). Permanecerá abierta al público hasta el 29 de marzo. Horario: lunes a sábado, 18.30 a 21 horas. Domingos y festivos, 12 a 14 horas.

Diario de Noticias

Diario de Navarra

(El cuadro es de Iruña Cormenzana)

Rojitranco



Puede que Marta me haya sorbido el seso, a la manera que los libros de caballería hicieron con Alonso Quijano. O tal vez sea la nostalgia dominical (sembrada durante cinco años*), de calles desiertas y banderas ondeando en los mástiles de las tabernas, el metro saturado, rojo y blanco, sin un gramo de aire después del partido. Gorros, bufadas, camisetas. Ese cuchicheo persistente entre semana, las voces en la cabeza que corean una y otra vez el once titular. La gran paradoja: Bilbao es el Athletic, pero el Athletic no es El Bilbao.

Puede ser lo que sea, fuera lo que fuese o haya sido. El caso es que sí, una fuerza oscura me arrastra: estamos en la final.

* Durante cinco años viví en Bilbao (allí estudié Bellas Artes), no pasaron en balde.

(la imagen es de aquí)

Wednesday, March 04, 2009

Pachá



Me explicaba lo mameluco que es su hermano. No dijo exactamente mameluco, sino huevón. Un huevón, el tío. Con énfasis de quien quiere mucho y aterrizando luego con suavidad, Pero es tan majo y tiene tanto talento.
Expuso los síntomas de lo que viene a ser una adolescencia convulsa: rebeldía, mollera dura, argumentos ridículos y dramatización exacerbada. Que no quiere estudiar. Que para qué sirve. Así que no pega ni clavo y hace lo que le viene en gana. Que cuando llegan los exámenes se va de pendón por ahí con los amigos. Sin pudor. Un tipo listo, que sale airoso, raspado, pero airoso de las vicisitudes académicas. Al final de curso apaña con parches y algún aullido los entuertos.

Siempre he admirado a esa clase de estudiantes que dando rienda suelta a las apetencias, suspenden felices, como Dios manda, y aprueban luego con breves apretones de ultima hora, sin apenas despeinarse. Viven la vida como pachás sujetos a teorías rocambolescas capaces de justificar los mayores desatinos y, en el momento crucial, salvan el pellejo.


También tenía yo de adolescente mis teorías cojoneras. Que no quería estudiar, mascullaba con boca de buzón. Qué para qué, gritaba, incluso, de vez en cuando y con grandes aspavientos. Pero nunca nadie tomó demasiado en serio mis amenazas, que si la de los suspensos a tutiplén y el consiguiente y posible fracaso escolar.

Cada tarde cumplía muy responsable con las formas: me sentaba tres horas mirando el libro de lo que fuese, con los cuadernos de apuntes correspondientes. Abortaba así posibles remordimientos y soñaba despierto sin pegar ni golpe, quedando en un estado de catatonia próximo al zen, o mirando qué hacían las vecinas del edificio de en frente -sacarme la lengua, la mayor parte de las veces- y, en el mejor de los casos, garabateando en los márgenes de los libros de texto. Sin embargo, al día siguiente sonaba el despertador y llegaba la angustia acostumbrada, pero angustia al fin y al cabo, de quien en cualquier momento sabe que será pillado en pelota picada y, por tanto, cercenado.

Nunca me fui de pendón con los amigos y casi nunca salí airoso en junio. A pesar de mi rebeldía contrahecha, suspendía y me sentía fatal, como un saco de patatas a medio podrir. Pasé muchos veranos entre libros pero no repetí nunca. Si al menos hubiera sido coherente con la desidia y disfrutado las tardes haciendo el mangarrán con dignidad, en vez de hacer monigotes y sumergirme en mi mundo... podría haber vivido y quizá viviría ahora como un pachá. Pero mis padres confiaban en mi.

Monday, March 02, 2009

A- dedicado/ bua (Historia visual de Allendegui)



Sunday, March 01, 2009

En la calle (Microrrelato de Joana)



En la calle


Huele a mordisco.

(Joana, 2009)



Nota: Un año que no veía a Joana (ella tiene tres). El sábado, exploramos con Mònica el Casco Viejo. Fiesta con globos en el castillo de la Plaza del Castillo y malos con tambores que no daban miedo (tampoco las furgonetas apostadas de la Policía Nacional). Junto a Joana la realidad es otra cosa, algo que está ahí afuera, plastilina a merced de una fuerte imaginación.

No diré más, ya
Mònica cuenta las mejores aventuras en el Quiosco de Malaquita.

(La ilustración, de Joana y mía)

Quiero ir con aquel a quien amo



Quiero ir con aquel a quien amo.
No quiero calcular lo que cuesta.
No quiero averiguar si es bueno.
No quiero saber si me ama.
Quiero ir con aquél a quien amo.


(Bertolt Brecht)