El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Saturday, June 30, 2007

Peter marca tendencias



Quiero mi Festiman.

A miles de kilometros


Cuántas despedidas de parejas en las dársenas de las estaciones. Me arrepiento de no haberlas coleccionado durante estos cinco años de idas y venidas, entre Bilbao y Pamplona. Me gustan las despedidas ajenas porque, en apariencia, son siempre la misma pero, si miras bien, descubres pequeños matices que las convierten en historias irrepetibles. El mundo, por un instante, parece a merced de lo que suceda entre dos personas que se alejan.

Estoy sentado en mi plaza, a punto de quitarme las gafas y colgarlas al cuello de la camiseta para echarme a dormir las dos horas que quedan por delante. Ya he cerrado un ojo cuando una chica con flequillo Amélie me hace un gesto que no entiendo bien y se acomoda a mi lado. Detesto mostrar debilidades, como quedarme dormido antes de ponerse en marcha el autobús, así que hago tiempo mirando por la ventanilla:

Se abrazan con fuerza, mezclándose el uno con el otro, a la sombra de un poste publicitario. Cuando el chofer grita el último aviso, se sumen en un suave balanceo para luego comenzar a girar sobre si mismos. Ella le acaricia el cuello y revuelve su melena rizada. Él esconde la cabeza en el hombro de ella y cierra los ojos. Sin embargo, ella los mantiene abiertos, dejando una estela de ausencia con la mirada. Como si ya no estuviese allí, si no en el autobús, a miles de kilómetros de distancia.

Ya se separan, cogiéndose de las manos, hasta rozarse sólo con las yemas de los dedos. Apenas se miran. No hay beso. Por un instante, parece que ella pudiera echarse a llorar pero se da la vuelta, en silencio, y camina hacia el autobús. También él se da la vuelta, echándose la mano a la boca, agachando la cabeza, pero vuelve a girarse para verla otra vez. Ella espera en la cola con el billete en la mano, una viajera entre otros viajeros, una viajera que no mira atrás. Él la sigue mirando cuando sube al autobús pero ella no mira atrás.

Y no mirará atrás.

Ellas nunca miran atrás.

Que andaras haciendo ahora



1

Vanessa enseñó a su padre la foto que nos hicimos con él a la salida del Teatro Gayarre. Al verme, pensó que éramos hermanos:

¿Le acompaña a todos los conciertos?

Papá, ese es Javi.

Son iguales.


2

No debería haber buscado Ismael Serrano en You Tube. Su nostalgia es adictiva y envolvente. Quiero salir, pero antes una más. Sólo una, Qué andarás haciendo ahora.

P.D: Escuchar con absoluta moderación. O durante episodios de euforia

Rain



Acordándome de ti, Marta.

¿Puedes oirme?

Va a ir muy bien.

Friday, June 29, 2007

The End



Espectacular el comienzo de Apocalyse Now con Martin Sheen y The End, de The Doors.

El corazón de las tinieblas latiendo a pulso de Jim Morrison.

The Royal Tenembauns


La primera vez que vi The Royal Tenenbaums fue en la sesión de las 22:45, un miércoles, en los Golem Bayona de Pamplona, tras zamparme una whopper XXL -con su ración de patatas y coca-cola para un regimiento-, en el Burger King.
Al sentarme en la butaca me quedé clavado, catatónico, con la boca abierta y medio kilo de cemento armado reptando despacio por las paredes del sistema digestivo.

Ese era todo el recuerdo de la película.

Ayer la vi de nuevo, obligado por el chantaje de Pablo: la otra opción es Lost in translation.

Mereció la pena.

Dijiste mi nombre



Tu nombre llenaba todo el espacio, la realidad entera: la memoria de ti, el presente en ti, el futuro sin ti.

Dijiste mi nombre: la verdad se hizo real y el tiempo quedó suspendido en un ahora para siempre.

Pero ni siquiera la eternidad podía soportar tanta belleza.

Tu nombre lo llenaba todo y dijo mi nombre.

Imposible soportar tanta belleza.

La verdad se hizo real: de ti, en ti

pero sin ti rompimos nuestras alas.

Y echamos a volar.

El lado oscuro y el dr. Jones




Esta canción me levanta el ánimo. Pertenece al lado oscuro y comercial de Gonzalo -el me regaló el CD de Aqua que contiene ésta entre otras joyas-. En Gonzalo caben, además: Paulina Rubio, La Oreja de Van Gogh y una generosa lista de nombres que dejarían boquiabierto a cualquier moderno. Pero coincido con él: es importante tener un lado oscuro para poder respirar.

Respiremos.

Cortando ajos


Peter, Josean:

Ayer, a media mañana, llegó un paquete desde la Galicia más profunda y legendaria: ¡un cajón con quince kilos de perrechicos! Tío Verio siempre ha sido exagero en generosidad.

Me acordé de vosotros.

Abrazos,

J.

Historia de un cumpleaños en Deusto


En tercero de carrera, dejé las comodidades y amigos del Colegio Mayor para mudarme a Deusto con Jontxu y Silvia. En un primer vistazo, el piso tenía buena pinta, a pesar de los gatos rollizos, uno de ellos tuerto, que paseaban a su libre albedrío por las estancias de la casa y a pesar, también, del tren fantasma que hacía retumbar paredes y suelo cada veinte minutos. En cuanto a la casera, poco voy a decir, su aliento dejaba un pestiño a destilería y tenía un aire a Lina Morgan venida a menos. Decidimos alquilarlo en diez minutos, sentados en un banco al sol, en la plaza de San Pedro.

Las dos primeras semanas fueron inolvidables: lo pasábamos bien y atendíamos a nuestras obligaciones. Pero, a medida que los días iban encogiéndose y el otoño invadía las calles, fui perdiendo el control de las cosas: una exposición en abril, mucho trabajo, la carrera a media asta, dificultades económicas, desamor. Para finales de noviembre la casa me había devorado, y yo la recorría, desde la entrada a la cocina, dando pasitos cortos.

Llegó el 1 de diciembre, mi cumpleaños, y ya estaba yo al borde de un acantilado del que no saldría en tres meses. Nada a que aferrarme. Hasta los primeros mensajes de medianoche me ponían melancólico.
Me levanté tarde, con la voz de mis padres al otro lado: te hemos llamado a las siete y media, pensábamos que solías madrugar. No hubo más llamadas por la mañana. Silvia había dejado una nota en la cocina: un dolor de muelas le había impedido dormir un sólo minuto y había decidido irse a Santander, en busca de un dentista que le volase, si fuera necesario, los dientes con dinamita. Pasé la mañana en compañía de Jontxu y cuando fuimos a la compra para hacer una comida especial, el cajero me dijo: la cantidad que solicita es superior a su saldo actual. Jontxu tampoco estaba montado en el dólar, pero invirtió sus últimos euros en pechugas de pollo y queso roquefort. Nunca olvidaré aquella comida, el cariño que puso cocinando, a pesar de su inquebrantable tono borde: no es ternera, pero estará bueno, Javitxu.

Pedí dinero a Papá, pero el ingreso no se haría efectivo hasta el día siguiente y la nevera estaba en los hierros. El caso es que días antes había invitado a mis chicas a merendar. Afortunadamente, no había recibido noticias de ninguna, así que me abandoné a la idea de que se habían olvidado de mi. El alivio, sin embargo, se diluyó en una soledad inmensa.

Tengo el recuerdo de haber vagado por las calles grises de Deusto, deseando coger un autobús que no podía pagar y huir así, con lo puesto, a Pamplona. Para ya nunca volver.

Fue a partir de las seis cuando comenzaron las primeras llamadas. Todas se acordaban, ¿qué creías?, e iban a pasarse, dijeron, por casa. Le conté a Paloma la situación: Javi, sólo tengo 12 euros, a ver qué puedo hacer.

Y a las ocho fueron llegando: Leyre, Jessy y Tania trajeron una tarta enorme y bombones; Paloma y Ana exprimieron los 12 euros y acabaron sobrando vino, cervezas y toda clase de aperitivos matutano. Vinieron, al final, catorce amigas -contando con Jontxu-. Lo pasamos bien. Sacamos fotos. Reimos.

Aquella fue la mejor fiesta de cumpleaños de mi vida. El cuarto de estar quedó habitado por todo lo visible e invisible que hay en la amistad. Y yo estaba ahí en medio, sintiéndome -por última vez en mucho tiempo- la persona más afortunada del mundo.

En imagen: Mi Jessy y yo. La foto no es de aquel día, pero podía haberlo sido.

Thursday, June 28, 2007

Naufragio



Del naufragio no quedó nada. Bueno, sí, algo de Bunbury

En el margen derecho



Encuentro -en uno de los cuadernos machacados durante la carrera- un dibujo con fecha imposible al que acompaña un fragmento de Socio de la Soledad (de Andrés Calamaro), garrapateado en el margen derecho de la hoja: no renuncies, por favor, al amor equivocado, no te olvides tan pronto de mi.

Renunció.

Circunstancias


Caminaba cabizbajo, ensimismado en mis circunstancias, cuando vi tus pies. Alcé la mirada y, al alcanzar apenas tus ojos, desapareciste. Y así, sin mirar atrás, seguí caminando cabizbajo, ensimismado en mis circunstancias.

Nikis




Visto el nivel educativo en nuestro país, bastaría con aprenderse esta letra de Los Nikis para salir a hombros de un exámen de Historia de España.

A ver si antes de que acabe el verano, El Koala saca un hit que sirva para la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Y si no, valga el Opá.

Wednesday, June 27, 2007

Cuarenta y tres puestas de sol


Una de las primeras expresiones que oi a Catita, fue al quedarse hipnotizada mirando a mi tortuga Lola. Pegó el dedito indice al cristal de la tortuguera:

Se mueve.

Aquella afirmación irrefutable la repitió muchas veces los días que vinieron después: se mueve.

Una filósofa con dos años sin cumplir, consciente de que parte del misterio de la vida reside en el cambio.

Rozando la treintena, todavía me cuesta aceptar el movimiento de las cosas y me aterran los cambios, incluso los más pequeños: se mueve. Pero sé que para avanzar conviene dejar atrás historias y, también, personas. Asusta el vacío que dejan, desolador, pues antes lo llenaban todo: se mueve, sí, se mueve.

Ojalá pudiese ver, como El Principito en su asteroide, cuarenta y tres puestas de Sol en un día.

Un alma sensible



Siempre seré dos días mayor que él y un poco menos sensible.

Pero:

Anda en Vespa. Y es como si sería de Bilbao. Y bebe un vaso de leche entera todas las noches.

Tres en raya para Tato.

Octubre este año cae en julio.

Mother



La canción mas desgarrada y emocionante de Lennon está dedicada a Julia, su madre. La voz cálida de John se abre como una herida para romperse luego en aullidos. El genio se aferra al piano, a su garganta, a un chicle en la boca; la mirada rasgada pende de un hilo de sombra tras las gafas. Nada va con él, nadie en el Madison Square Garden puede salvarle de la locura.

Un soldado mutilado a los quince años por la ausencia repentina de aquellas manos delicadas que le enseñaron a acariciar las cuerdas del banjo.

Y después, el sarcasmo. Para alivio de un público atónito.

Sólo John Lennon.

Tan gustoso y orgulloso



Ayer, Carlos me hizo una visita. El matrimonio le sienta, tiene buen aspecto. Después de pasar la inspección a su cuadro, tomamos café.

- No pensé que el canódromo fuese a durar tanto, so vago. A veces me sorprendes...

- Ya ves, por una vez te he hecho caso y ahora escribo todos los días. Deberías estar orgulloso...

- ... en realidad te dije que dibujases todos los dias, no que escribieses. Payaso.

- ...

- ...

- Es que... no vocalizas...

- ...

- Me lo haré mirar.

Y escogia


Tan cobarde, miraba bien a quien quería o no querer. Como si se tratase de una elección. Y escogía siempre mal, pues siempre he sido egoísta. Y, aunque he aprendido que sólo el egoísmo posee la misma fuerza que el amor, sigo evitando -tan cobarde y egoísta- el peligro de poder querer a quien ya estoy queriendo.

Tuesday, June 26, 2007

Tras la derrota


Y, tras la derrota, abriendo una herida en el silencio de la consciencia, el hálito de tu voz confirma una antigua sospecha:

Si acaso, eres uno más.

Elvis



Fue y será por siempre el rey del Rock and Roll. Pero yo escojo una balada y al Elvis decadente de las Vegas. Atiborrado de tranquilizantes, obeso, sudoroso y atrapado en un atuendo hortera. Un personaje circense le aguanta el micrófono ante un público cuarentón y opulento -qué lejos quedan los gritos histéricos de las quinceañeras-. Dos vasos de Coca-Cola, sobre el piano, añaden patetismo a la escena. Algo está apunto de quebrarse, el fin está cerca, muy cerca. Pero, chicas, mirad la sonrisa que lanza, dura apenas un instante. Escuchad esa voz. Cerrad los ojos y, antes de que acabe la canción, os habréis enamorado.

Mucho que aprender



Tras cinco años tragando carteles, pintadas, manifestaciones y huelgas en la facultad, he reventado. Qué tristeza embutida en la cabeza por aquellos que se aprovechan del vacío de una juventud que no sabe dónde buscar respuestas.
Harto de tanto politiqueo a modo de supositorio; quemado por aquellos que se alimentan a costa de otros, sólo para regodearse en su obesidad, la misma que les impide dar siquiera tres pasos y ver más allá de sus ombligos; herido por las mentiras que inyectan para incitar el odio entre vecinos y así quedarse ellos solos con el poder del pueblo; asqueado por las amenazas e injurias, por ese afirmarse mejor, o distinto que el otro; furioso con los que se empeñan en marcar las fronteras con cuchillos.

Por fin, decía -tras cinco años-, he decidido automedicarme.

Martin Luther King tuvo un sueño. Nosotros, mucho que aprender

Humano Lopez


Lo que hace grande a Antonio López es su tremenda humanidad.

Hablamos mucho de pintura los días del taller en la Universidad de Navarra. Le presenté a Paula antes de hacerle la entrevista, veo que os llevais bien, ¿por qué no te quedas con nosotros?
Pero, lo más de lo más, fue cuando se acercó cuando pintaba y me miró fíjamente por debajo de los ojos:

Cuidado, Javi, tienes óleo blanco en los labios. Es muy venenoso. Espera, no te muevas, ¿eh?

Me quedé clavado, claro, y él salió corriendo en busca de un clinex. Luego me pasó el pañuelo por los labios, humedeciéndolo antes con saliva, como si fuese un abuelo limpiando a su nieto.

Monday, June 25, 2007

Opositoras


Ayer, mientras pintaba (y emborronaba) el jersey de Carlos -cuántos disgustos, ese jersey beige-, Mónica me ametralló, de espaldas y a bocajarro, con un tema de Derecho Civil que incluía 33 artículos, ahí es nada.

Qué mezcla extraña, Pintura y Derecho. Y qué duro resulta preparar una oposición. Sin embargo, algo tienen en común ambas disciplinas: la lucha diaria y esa fiebre de incertidumbre que destempla los nervios.
Para salir adelante, es imprescindible confiar en uno mismo, sin bajar jamás la guardia, tener mucha paciencia, remontar el vuelo en los momentos de flaqueza, ya no puedo más, ya no puedo, y mirar siempre hacia adelante, por mucho que mirando adelante no se vea nada. Este es el precio del futuro -que sólo se imagina-, y que quizá, cuando se haga presente y real, de un giro copernicano.

Sí, admiro la fuerza de voluntad de mi hermana. Y me conmueve verla cada mañana, cada tarde, sentada frente a los apuntes, bajo el flexo, armada sólo con su tesón y tres o cuatro estampas, repitiendo párrafos y párrafos en voz alta. Claro, esto no se lo digo, en cambio sí que la hago rabiar, tan bocazas y egoista.

Me acuerdo también de Marta, que sufre las mismas que Mónica, guerreando ella la guerrilla del Derecho Procesal en Bilbao. Me acuerdo mucho estos días, ojalá que todo salga bien el sábado. Por favor, que salga bien, salga lo que salga.

Y aunque ahora yo tenga miedo, por encima del miedo creo en ellas.

Theo en USA


Allendegui me informa en un mail escueto que: "Ya tengo en mi poder el pago por tu cuadro. Alberto Padilla me ha pagado hoy tu lienzo y le he hecho la entrega. Él estaba contento. DIce que lo va a colgar en sus aposentos. Lo bueno es que lo tendremos localizado. No pude sacar foto porque la operación se hizo de noche, a oscuras".

Allendegui es el más mayor de los hermanos; padre de familia, periodista vocacional y proselitista (me ayudó a rellenar la solicitud en Comunicación Audiovisual), marchante en la ciudad Coca-Cola, mi primera influencia artística y, además, padrino del Canódromo; un Theo del tercer milenio propenso a descuajeringarse de risa.

Pero refunfuño un poco, a hurtadillas. Pienso: Allendegui, hombre, deberías haber subido el precio un centavo, carajo, ese plus, Allendegui, ese plus. Por licenciado.

Una Noche



Una debildad (casi) inconfesable: Alejandro Sanz.

Con cariño a los momentos que fueron una vez.

Una noche, con The Corrs

Necesita Mejorar


Viendo mi maltrecho maletín de pintura, sin asa, desvencijado, con las bisagras apunto de reventar y lleno de tubos famélicos, embadurnados de óleo -imposible siquiera adivinar los nombres, ¿Cuál es el Carmín de Granaza, cuál?-, comprendo con un sentimiento ambiguo, entre la culpa y el orgullo canalla, por qué siempre, en las notas del colegio ponían:


CUIDA EL MATERIAL: NM


En imagen, el estudio de Francis Bacon.

Mas alla de la realidad


No te equivoques, no te engañes, puede que lo que llamas real te impida alcanzar lo verdadero.

Volver



Releo Volver, de Jaime Gil de Biedma (Catedra). El título de la antología se adecúa al conjunto de la obra, que no es otra cosa que el relato poético de una vida perdida en la búsqueda de la propia identidad.

Aquí, los versos que dan título al libro. Inmensos:

Mi recuerdo eran imágenes,
en el instante, de ti:
esa expresión y un matiz
de los ojos, algo suave

en la inflexión de la voz,
y tus bostezos furtivos
de lebrel que ha maldormido
la noche en mi habitación.

Volver, pasados los años,
hacia la felicidad
-para verse y recordar
que yo también he cambiado.

Quien se acuerda de ti



Me satura el guitarreo de Duncan Dhu pero tienen canciones inolvidables. De Mikel Erentxun sólo conozco ésta, que ya tiene diez años. Me gusta la letra, sencilla y conundente a la vez. A la música no le falta un ápice de fuerza.

El video, además, no está nada mal.

Sunday, June 24, 2007

Se va, se va yendo


Carta 1:

P.D: No paro de llorar. Te quiero, te quiero, te quiero.

Carta 2:

P.D: Sólo espero el día que vengas aquí, a verme, a estar juntos. No dejo de pensar en ti cada minuto. Te quiero, te quiero muchísimo.

Carta 3:

P.D: Te quiero mucho.

Carta 4:

P.D: Te quiero.

Carta 5:

P.D: Te echo de menos.

Carta 6:

P.D: Te gustaría este lugar.

Carta 7:

P.D: He conocido a alguien que me recuerda a ti. Te llevarías bien con él.

Carta 8:

P.D: Lo siento, lo siento mucho. Siempre habrá un sitio para ti en mi corazón. No ha sido culpa de nadie. Lo sabes.

28


Recién cumplidos veintiocho, sí, después de siete años encallado en veintidós. No me asusta el manotazo del tiempo, plas, toma veintiocho, más bien lo contrario: queda todo por vivir.

Me he levantado a las seis, hambriento de buena lectura; con ganas de escribir, pintar y seguir dibujando; ansioso por agarrar fuerte las riendas del futuro -sé que va a ser difícil pero, a dónde lleva lo fácil-.

De momento, voy a la ducha. Y a desayunar, antes de nada. Que hay madalenas.

Clavado en un bar



Leire fue al concierto de Maná. Le dije, acuérdate. Y se acordó. Ahora yo también me acuerdo de ella.

Hoy mismo


Cuento los cuadros que tengo por acabar: ocho. Seguiré trabajando en algunos pero otros quedarán así, tal como están, incompletos para siempre.

Los coloco contra la pared, pensando más en los lienzos apilados en el armario: intactos, absolutamente blancos.

Esos son los que son ahora.

En imagen: la nevera, de Antonio López.

Prejuicios


En el portal, había un corro de vecinos. Parecían alterados. Yo volvía de hacer un viaje hasta el coche, resoplando y algo sudoroso.

Vecino 1: No entres, chaval, cuidado. Debe haber gitanos en el edificio...

Vecina 1: Han dejado cosas... huele a drogas...

Vecino 2: ... y a mal fario...

Vecina 2:
... dios mío, por qué aquí, aquí por qué... es el fin...

Yo: ¿Pero... dónde?

Vecina 3: Junto al ascensor... todos esas cosas... agh...

Vecino 2: Que vuelvan a donde drácula...sucios...

Me abrí paso a empujones.

Vecino 1: ¡Detente, loco!

Vecina 3: ¡Noooooooo, hijo!


Al llegar al rellano, sólo vi las cajas y bolsas de basura con mi material de pintura.

No faltaba nada.

Y sin embargo



Olga Román y Joaquín Sabina.

Para incondicionales y detractores.

Iñaki



Quise cambiar de grupo: no soporto a este neurótico. Lo cierto es que, en clase, no dejaba de incordiarme con sarcasmos; yo devolvía sus boleas con dejadas. La situación se hizo idifícil y decidí hablar con él, antes de que el asunto acabase en una discusión acalorada.

Así que una mañana entré en su despacho y, hablando, nos fuimosconociendo -teníamos mucho en común: afinidades, pequeñas manías e, incluso, ciertas obsesiones-. Nos hicimos amigos. Pero cuando digo amigos, me refiero a amigos de verdad.
Con cada palabra, Iñaki derrumbaba un pedazo de muro. Recuerdo que, aquel día, me enseñó en el ordenador una anotación: sabe dibujar. Pasa. Es la clase de alumno que no me interesa. Más adelante, confesó que al principio pensaba que yo era gay: siempre andabas rodeado de chicas, pero con todas de la misma manera. O sea, que no estabas con ninguna. Cuando recuerdo estas cosas, la risa me produce espasmos y repito en voz alta la misma expresión: puto Iñaki.

Durante cuatro años, Iñaki ha sido el punto de apoyo fundamental en la carrera y dudo que hubiera podido llegar hasta el final sin su compañía -los amigos se acompañan-. Hemos disfrutado juntos los buenos momentos y ha estado presente en los malos. Y en esos, en los malos, nunca me ha arengado con discursos preciosistas, o sensibleros, sino con ganchos durísimos de sinceridad.

A parte de amigo, y no por amigo, es el mejor profesor de la facultad. Iñaki se involucra con los alumnos al punto de hacerse cargo de sus problemas personales. Y exige, exige mucho porque sabe que sólo se aprende con trabajo. Pero lo que más me impresiona es cómo enfoca las clases: dilatando la frontera entre la asignatura y la vida, toma decisiones, involúcrate, analiza, distánciate.

El viernes no pude despedirme de él.

Mejor así.

Saturday, June 23, 2007

Manu Chao. Meacuerdo/ nomeacuerdo



Cuando escucho a Manu Chao me acuerdo, sobre todo, de Gonzalo. También de Bea y el mural que pintamos -Gonzalo, Raúl y yo- para Bea, un anticuento con princesa y duende, castillos y setas. Me acuerdo, también, de las compañeras de piso de Bea: Silvia, Susana y Esther. Me acuerdo de Enrique, de Jose, de Susanita, de Javi. Me acuerdo de Nuestro Tiempo, de las comidas de Nuestro Tiempo y de los redactores-comensales de Nuestro Tiempo (tantos). Me acuerdo de Naroa, que regaló a Gonzalo el casette de Clandestino, en un amigo invisible del estudio. Me acuerdo del estudio y de los que frecuentaban el estudio: Xabi, María, Iruña. Me acuerdo de Minha Galera, me acuerdo de Paula. Pero sobre todo, me acuerdo de Gonzalo.

Y el caso es que me ha llegado este correo de nomeacuerdo:

El sr. Presidente informa: nueva canción de Manu Chao. Atascado en lo de siempre, pero divertido igualmente. Me gusta. Ahora que soy dueño de internet y moderno, me la descargo al ipod.

El single se llama Rainin' in Paradize y el vídeo es ese de ahí arriba.

En Busca de Sentido. Epilogo


1

He amanecido antes de que sonase la alarma, a las ocho, con la imagen borrosa de un sueño extraño: Antonio López me llevaba de la mano a una de sus charlas, ven, anda. Pero cuando ocupó su puesto en la mesa y comenzó a dar golpecitos en el micrófono, yo abandoné la sala abarrotada para ejercer mi trabajo: chofer de autobús urbano.

Algo aturdido, sin salir de la cama, me he vestido con lo primero que he encontrado –una camiseta con media manga descosida y los vaqueros que uso cuando pinto-. No hace falta más para bajar a desayunar al Joseba, café con leche y bollo de mantequilla. Así, más contento, con el estómago funcionando, he reanudado la limpieza de mi cuarto.


2

La habitación ha quedado desierta, sólo falta pasar la fregona y colocar de nuevo la alfombra. Eso y la naranja de Valencia.

Bueno, naranja...

...

Di algo, por favor…

... ya sabes... ¿Qué quieres que diga?

¿Qué, cómo que ya sabes? No... no sé nada... qué voy a saber...

Te echaré de menos... flipado.

No.


Y, mirando hacia los lados, la despego con cuidado de la estantería, le quito la capa de polvo con un paño de gamuza y la meto en una bolsa de tela.

Shhhhhh.

Friday, June 22, 2007

Etapas


Hay finales que poseen un manto ingrávido de cotidianidad que los hace soportables. Las despedidas se vuelven torpes, apuradas, mudas, sencillas, casi inútiles. El truco es no pensar, nunca pensar; decir siempre: hasta luego. Hasta luego. Y lanzar algún flotador para salvar lágrimas: cuando se quiere a alguien, las distancias sólo se miden en kilómetros...

Lo que fue ya pasó. Y el objetivo era llegar aquí para después empezar otras cosas. El camino comportaba riesgos, conocer nuevos nombres con alma y cuerpo a quien querer, y querer mucho, muchísimo. El amor sólo duele cuando se pierde, por eso hay que cuidarlo -tan fuerte, tan frágil es el amor-, no dejar que se marche jamás. Para eso hay que creer firmemente en que el verdadero amor espera. Y espera siempre, allá donde esté. Seguro.

Si creyese en la astrología, diría que cientos de constelaciones y millones de planetas se pusieron de acuerdo antes de todos los tiempos para que nos encontrásemos precisamente aquí. Pero tanta belleza sólo cabe en las manos de Dios.

Por lo demás, es necesario quemar etapas, conocer y amar otras vidas, visitar otros lugares, afrontar nuevas situaciones. Achicar historias para que quepan otras.
Por eso, no cabe el drama en este final, sólo la promesa de no permitir que habiten fantasmas en esto que queda: un puñado de recuerdos y mucho, mucho amor.

No tan solo


Coleteó el final a lo largo de junio. Incertidumbres, miedo y un reencuentro ineludible.
En febreo discutí con David, hasta acabar mandándonos a tomar viento sur. Ayer firmamos con perdones el armisticio y hoy hemos charlado de pintura durante dos horas. Nos hemos hecho amigos: lástima no haber hablado antes. David es el profesor de Discurso y Proyecto en la Pintura, la última asignatura que me quedaba para acabar la carrera.

Soy licenciado.

Me siento Gary Cooper.

Thursday, June 21, 2007

En Busca de Sentido 11. Y final


Recuerdo aquel día cálido y luminoso, tan cálido y luminoso como puede ser un veintipocos de enero. Estábamos frente al edificio de Bellas Artes, esperando el autobús de las 14:05 -ellas el de Muskiz y yo, el de Barakaldo-. Hacíamos tiempo y un poco, también, el ganso:

Tengo mucha hambre, dije.

Y, enseguida, Leyre metió la mano en la mochila y sacó una bolsa blanca de plástico con tres o cuatro naranjas. Me dio una, la más grande.

Toma, es de Valencia.

¿Pero... tu... qué andas? Miraba la naranja en su mano.

Que sí, hazme caso, para el camino. Y se rió.

Tú...

Cógela, anda. No me seas. La cogí.

Pero... para qué la quiero... no podría comérmela.

¿Cómo que no puedes comerla?

Pues... no. No, no, no puedo.

¿Por qué, a ver?

Porque me la has dado tú.

Bocetos


Penúltimo día en la facultad. Sigo inmerso en el examen, pintando un fragmento de los lavabos del aula B-5. Paciencia, mucha paciencia.
A las once, el profesor me ha pedido cinco bocetos y un cuadro para mañana.
Meditaba la situación cuando ha venido Ainhara. Nos conocíamos de vista y oidas pero nunca habíamos hablado:

¿Puedo fumar un cigarro contigo?

Msí... sí...


El cigarro han sido seis.

Esperando un encuentro


Cuento los estudiantes que pululan como penas sin alma por la facultad. Y el resultado es menos que pocos: casi pocos. Por el vestuario, deduzco que la mitad se irá de aquí a la playa. También, hay de esos que viven, por inercia, entre las paredes del edificio y que lo abandonarán, únicamente, cuando se cierre el chiringuito y los de seguridad suelten a los perros.

En cuanto a mi, aquí estoy, esperando un encuentro ineludible.

Ahora me siento Gary Cooper.

Luego, veremos. O no.

Wednesday, June 20, 2007

Y Jessy


Le acompañé a la tienda de la facultad. Quería un papel bonito para escribirle a su chico.

Después, dos besos, un abrazo:

Cuídate.

Tú también, Jessy.


Y ya cruzó la puerta.

En busca de Sentido 10. Vuelvo a Valencia


Ando perpetrando bocetos de cuadros que pinté hace meses. Este es un proceso habitual en Bellas Artes, hacer al revés. Pero ahí estoy, encerrado en mi cuarto, trabajando. A mi espalda, la naranja de Valencia permanece en silencio. Pienso en ella al tiempo que garabateo. Siempre pienso en ella pero ahora pienso desde la certeza de un final inevitable. Pienso porque ayer, antes de dormir, dijo: vuelvo a... Valencia.


Qué hago ahora contigo... qué... sin ti...no... dónde puedo colocarte... ahora si no estás y sigues estando siempre... no estás... qué... qué... no te quiero, te quiero... pero te quiero...

Bastaria


¿Qué tengo que hacer para que me quieras?

Bastaría que fueses ella.

Tuesday, June 19, 2007

Por fin


Marta me toma en serio:

¿Por qué no haces la tesis sobre los Beatles?

Sienta bien.

Monday, June 18, 2007

El sustituto


No me echéis de nada todavía ni nunca. Anuncian en el blog figuras de poliresina pintadas a mano. La de la imagen, bien podría llenar mi ausencia en corazones y jardines.

Y no a cualquier precio sino a un precio razonable.

Con cartas solo para ti


La facultad, desmantelada; la casa, desmantelada.

Pasillos desiertos.

Y yo, errante judío que yerra por los espacios vacíos, arrastrando los pies -izquierdo, derecho, izquierdo y así-.

Pero Puppy, tap, tap, tap, viene conmigo, mira esta esquina, parece un lugar fresco...
Saco de la mochila los folios de Holan y leemos:

Quédate conmigo, no me dejes,
mi vida es tan vacía
que sólo tu puedes impedir, orgullosamente humilde,
que me haga más preguntas.
Quédate, no me dejes,
compadécete de mi impaciencia
que, garabateada en la bitácora de un barco de cautivos,
perdurará más allá de la eternidad.
Quédate conmigo, no me dejes,
tú no sabes del enojo ni tu enojo durará,
y ¿adónde irías, cómo te sentirías
cuando se te haya pasado?... Espera un poco, espera,
espera por lo menos hasta
que llegue el cartero con cartas sólo para ti.


A mi también, Puppy ¿Te apetece ahora algo de Mrozek...? Se está bien, aquí...

Cañonazos



Tiempo de te echaré de menos, te echaré mucho de menos. Igual que si te ofreciesen una tirita después de recibir un cañonazo en el pecho.

Te echaré de menos, te echaré mucho de menos.

Reclamo


Uno de los reclamos publicitarios del canódromo dice: 20 años menos sin cirugía.

Voy a probar, qué coño.

Y si después no aparento 8, les va a caer un puro. Sí señor. Un puro.

Sunday, June 17, 2007

Blanco


Blanquito.

(Cuando gana, sólo cuando gana)

Las cosas que llevaba


Me siento en el tejado con Puppy. He subido: un saco, dos mantas, una capa, despertador, prismáticos, crema bronceadora, tres sacos de cacahuetes, la biografía del Che, cantimplora, pijama, dos mudas, un barreño, material para construir un alambique, gafas de sol, sombrilla, paraguas, diez cartones de Chester, cuatro libretas, dos lápices, sacapuntas, goma, crema exfoliante, mechero, transistor, media pastilla de jabón lagarto, cepillo de dientes, una caja de palillos, maquinilla de afeitar con repuestos, crema y un barril de cerveza.

Si surgen más necesidades, Puppy se encarga.

Me quedaré aquí, vigilado el cielo, viendo cómo pasan los aviones. Así sabré cuál es el tuyo, cuando regreses.

Ya, ya sé que no te has ido todavía. Pero es que estoy nervioso. Hoy, precisamente, falta un día menos para que vuelvas.

17 de junio


Es domingo y Miguel acaba de irse a trabajar. Ayer estuvimos hasta las tres y media de mañana, él (Osasuna), Pablo (Chelsea) y yo (Barça), dándole al Pro Evolution Soccer: a rey de la mesa. Nos lo tomamos en serio, yo un poco menos -por suerte-, ya que de los tres soy el más peor: qué lamentable, contigo es malo hasta Messi, dice Miguel para que pierda los nervios. Y nos reímos, porque parte de la gracia del juego está en sacarle de sus casillas al adversario o hacerle que se parta de risa. Por eso es importante celebrar los goles a gritos, diciendo sandeces, imitando a los comentaristas de la radio, dando palmaditas, o algún beso -incluso-, al rival. Sí, nos reímos mucho.

Además de domingo, decía, es 17 de junio y Miguel, con cinco horas de sueño, ha ido a trabajar. Tiene fuerza de voluntad y, aunque no trabaja los fines de semana, se ha ido para adelantar cosas. Miguel es así: se involucra en todo lo que hace y también, sobre todo, con las personas.

Hace poco más de un año, pasé una mala racha. Me resultaba casi imposible hacer cualquier cosa, entre otras, pintar, dibujar o escribir. Como si hubiese perdido todas mis capacidades. Para siempre, además. El tema se agravaba cuando me pedían ilustraciones en el trabajo. El día que toqué fondo, voy a decirles que no, que no puedo más, que ya no hago más ilustraciones, Miguel me dio un taco de folios y un lápiz, no digas tonterías, Javi. Luego, se sentó a mi lado, acodándose en la mesa, con los puños en la barbilla, empieza, vamos, sabes dibujar, hazlo. Y se quedó ahí, con los ojos clavados en mi mano. No se movió en toda la mañana.

Podría contar muchas otras historias, pero él se enfadaría. Y sabe las contraseñas del canódromo. Y ya no quiero que meta más publicidad. Y, a todo esto, es su cumpleaños.

En imagen: Mi hermano.

Saturday, June 16, 2007

Dance Tonight



Sgt. Peppers
cumple cuatro décadas y Paul sigue componiendo buenas canciones. Su nuevo trabajo se titula Memory almost full. Aquí, el primer Single, Dance Tonight.

Mirad, mirad qué hace con una mandolina.

Blogs y barquitos


Jugábamos a los barquitos, en el colegio, para aliviar el tedio de las clases. Nos agazapábamos detrás de los pupitres y, con papel y boli, apuntábamos las coordenadas.

¡Mierda, hundido!

Hasta el día en que un profesor hizo redada.

El mensaje de después fue escueto. Se puso, en realidad, un poco triste:

Sólo jugáis a los barquitos cuando estáis aburridos. Nadie juega en casa a los barquitos. Bueno, casi nadie.


Nos hizo pensar.

Ya no volvimos a jugar a los barquitos.

Habían perdido todo el romanticismo.


Algo parecido pasa con los blogs.

El lunes nos leemos. O el domingo por la tarde, después del fútbol.

Los barquitos de la imagen son de Susana Romano.

In My Place



Sólo tengo una razón para que me guste Cold Play. Pero, teniendo esa, no hace falta ninguna más.

Esperando en el banco de cada jueves



Y la vida sigue su curso para escribir nuevas historias, con otros rostros, otros nombres.

Cuando el tiempo nos separe y nos lleve lejos, quedaremos en sueños. Ella, chocolate; yo, café con leche. Y recorreremos las playas inmensas del pasado. Será suficiente con mirarnos para saber que todo irá bien.

Y el día que todo esto acabe, la estaré esperando en el banco de cada jueves. Para volar con ella al cielo.


Del cuento, Ocurrió una mañana de otoño.
J.
(13-5-2004)

Garabatos


Estamos en la zona de no fumadores del Café Iruña de Bilbao, tomando unas cañas.

Nahia hace dibujos con el dedo sobre la mesa:

A mi me da mucho miedo envejecer, sí, llegar... a vieja. Debe ser duro ver cómo... cómo tu cuerpo deja de responder, saber que... ya no puedes hacer ciertas cosas. Los recuerdos... tantos... y depender de otros...

Sigue hablando y yo me pierdo en su voz.

Pienso en la cristalera translúcida de la residencia de ancianos Sanitas Barakaldo:

veo las espaldas de las sillas de ruedas en el tercer piso.

Recuerdo de mi abuela:

cómo alisaba las arrugas de la falda con las palmas de las manos.

sus labios pintados de rojo. Son tan finos los labios de las abuelas.

Miro a Nahia, que sigue haciendo garabatos. Es bonita y tiene 21 años.

Le sonrío:

No tengas miedo, Nahia... ¿otra cerveza?

Black Angel's Death Song



The Velvet Underground
. Y Lou Reed, por supuesto. Un genio para minorías.

Choose to choose
Choose to go.

Friday, June 15, 2007

Medio en serio


Por el paseo de la ría, ya cerca del Guggenheim. Después de comer.

Entre bromas, le digo medio en serio:

¿Cómo que ahora sabes que me vas a echar de menos? Es que me dices cada cosa... yo llevo cuatro años echándote de menos...

Se ruboriza y cambia la mirada hacia una fachada de ladrillo herrumbroso:

Tengo que rellenar unos informes...

Cosas


He salido del portal pensando en la palabra exfoliante: Crema exfoliante. No me exfolio, Javi, me confieso a mi mismo. Y no sé si perdonarme. Ahora que todo es imagen.

Hoy, la frutera no me ha dado los buenos días -me fijo-, acaso se habrá percatado al fin y piense: No se exfolia.

Intento inventarme alguna excusa, por ejemplo: no tengo tiempo de exfoliarme. Y me siento mejor, un poco. Casi me convenzo.

Sigo cabizbajo, hasta que cojo la curva de herradura que desemboca en una tienda de productos gallegos, Casa Fernández. En la acera, una hombre mayor se mete el dedo índice en la nariz. Hasta arriba. Y, de inmediato, hace una pelotilla. Tan pincho. Sólo unos metros más adelante, otro viejito va distraido, subiéndose la bragueta sin rubor, a cámara lenta. Hace bien.

No me exfolio.

Cuando llegue a viejo, tendré que desprenderme de otros muchos lastres.

Thursday, June 14, 2007

Quiza. Aunque no sepa bailar tangos


No conozco a ninguna violinista.

Tampoco sé bailar tangos.

Sin embargo, continúo husmeando, inmerso en el taco de folios con poesías de Holan.

Puedo imaginarme a una violinista. Quizá le gustasen estos versos:

Un niño con el oído pegado a los raíles
está escuchando la vibración del tren.
Perdido en la omnipresente música
poco le importa
si el tren viene o se va...
Pero tú esperabas siempre a alguien,
dejabas siempre a alguien,
hasta que te encontraste a ti mismo, y ya no estás en ningún sitio.


Se pueden bailar tangos sobre témpanos de hielo.

MAPS


Sólo pincha aquí

Cuerdas


Estoy sentado con Leire en la pecera, entre una máquina de comida y otra de bebidas frías. Ella toma café, le ha salido con dos cucharillas, mientras yo doy tragos muy largos a una lata de Coca- Cola. La puerta del patio interior está abierta y se cuelan bocanadas de aire cálido. Parece que va a llover.

Admiro esa capacidad de separar los afectos, le confieso. Lo suficiente, al menos, para que no te aten. Leire se va a Chile un año. Tienes las ideas claras y esto te hace independiente, añado. Ella se recompone: Sí. Es cierto. Pero también lloro cuando me da. Y ríe.

La observo mientras habla, a veces mira el vaso y otras nada en concreto, pero siempre hacia delante.

Sus ojos tienen un millón de verdes, pienso.

Y, atravesándolos, veo caer del cielo un trozo de cuerda.

Pero no


Leo los reclamos publicitarios del blog:

Depilación definitiva.

Piernas bonitas.

Mp3 acuático.

Tus fotos en gran formato.

Eliminamos la humedad.

Depilación pubis.

Elimine su mal aliento.

Uñas perfectas en minutos.

Borre las manchas oscuras.


Pincho en el último: Borre las manchas oscuras.

No es lo que buscaba.